lunes, 20 de septiembre de 2010

Locomotora varada | ELESPECTADOR.COM

Locomotora varada | ELESPECTADOR.COM: "Locomotora varada

Por: Armando Montenegro

ESTÁ VARADA UNA DE LAS LOCOMOtoras con las que el gobierno quiere jalar la economía.

Un estudio de Fedesarrollo muestra la magnitud del desastre de la agricultura colombiana (www.fedesarrollo.org.co, Tendencia económica). Desde el año 2001 hasta 2008, este sector creció a una tasa de sólo el 2,2% anual, la mitad de la del PIB, 4,3%. Y pasó de representar el 9,4% de la economía a sólo el 6,9% ¡Se contrajo en casi una cuarta parte en ocho años!

La agricultura colombiana tuvo en esos años un crecimiento bastante inferior al de ese sector en Brasil, México, Chile y Perú.

Fedesarrollo insiste en que este comportamiento no se debió a la situación mundial que, por el contrario, en esos años gozó del boom de los precios de los commodities, y que sigue siendo favorable en la actualidad. Tampoco se originó en la inseguridad, porque precisamente en esos años mejoraron los problemas del secuestro y la extorsión.

El estancamiento agrícola tampoco tuvo su raíz en la tasa de cambio, porque la revaluación de Chile o Brasil fue tan severa o más que la de Colombia. Es más, otros países desarrollaron, en medio de la apreciación cambiaria, grandes exportaciones de nuevos productos: México, tomates y aguacate, con ventas anuales de US$1.200 millones y US$621 millones, respectivamente; Perú, espárragos, US$236 millones; Chile, uvas y manzanas, US$1.966 millones y US$1.105 millones, respectivamente; Costa Rica, piña, casi US$500 millones. En la oferta agrícola de Colombia no hay nada nuevo.

La crisis de Colombia, dice Fedesarrollo, tampoco se debe a la escasez de tierras, pues ellas son abundantes. Tampoco se halla en la baja inversión pública, pues, en términos nominales, ésta se triplicó en los dos gobiernos de Uribe.

Dado que la agricultura no está varada por la situación internacional, la inseguridad, la revaluación y la falta de inversión pública, Fedesarrollo sostiene que la causa hay que buscarla en una política económica equivocada. En Colombia se dan incentivos artificiales para producir bienes agropecuarios que no pueden ser exportados debido a sus altos costos unitarios. La mejor tierra se usa en forma ineficiente y el país es incapaz de aprovechar la buena situación internacional para desarrollar una renovada oferta exportable. Por eso, la agricultura representa un volumen cada vez menor de la producción nacional y no puede ofrecer empleos y crear las condiciones para reducir la pobreza en el campo.

La inversión pública en el sector se limitó a realizar dudosas transferencias a grandes agricultores. No incentivó la modernización y, posiblemente, sustituyó el esfuerzo privado para hacer inversiones que se iban a dar de todas maneras. Debió dirigirse a crear bienes públicos como la investigación agrícola y mejorar la infraestructura de transporte rural.

Eso sí, Fedesarrollo no analiza el costo, en términos de producción, que tuvieron la contrarreforma agraria narcoparamilitar y el desplazamiento forzado de cientos de miles de personas.

Si el Gobierno quiere acelerar el crecimiento de la agricultura, además de la restitución de tierras apropiadas por los delincuentes —su prioridad hasta ahora—, tiene que rectificar las erróneas políticas que la han condenado al estancamiento. Muy poco de esto, por el momento, se ha puesto sobre la mesa. Si no lo hace, nunca se prenderá esta locomotora.

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Armando Montenegro

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Desde los Montes de María | ELESPECTADOR.COM

Desde los Montes de María | ELESPECTADOR.COM: "Desde los Montes de María

Por: Alfredo Molano Bravo

EN EL RECIENTE FORO DE TIERRAS, Prosperidad y Paz, el Ministro de Agricultura reiteró el compromiso del Gobierno de pagar la enorme deuda moral a los campesinos despojados y desplazados de sus tierras restituyéndoles dos millones de hectáreas en cuatro años, en contraste con las 13.000 hectáreas que Uribe devolvió en ocho.

El Ministro hizo un anuncio muy significativo: se declara Zona de Reserva Campesina los Montes de María. Los Montes de María son grandes, están compuestos por una docena de municipios de dos departamentos; hay enormes ganaderías, plantaciones de palma y caña de azúcar, cultivos de tabaco y maíz. En dos de sus pueblos, Macayepo y El Salado, fueron perpetradas por paramilitares masacres escabrosas. Desde mediados de los años 60 los campesinos han sostenido una tenaz lucha por la tierra pagada con sangre y destierro. Miles de familias aguantan hambre y se rebuscan en Sincelejo, Cartagena o Barranquilla.
Con el restablecimiento del orden público llegaron “gentes de carriel y poncho”, como repitió el doctor Juan Camilo Restrepo, a comprar a precio de huevo tierras que estaban a punto de ser subastadas por los bancos. Y las compraron. Quizá con ellas aumentaron el tamaño de las fincas que habían caído en sus manos a raíz de las matanzas y amenazas. No será fácil para el nuevo gobierno cumplir su promesa, porque los poseedores o propietarios, de buena o mala fe, no soltarán así como así la tierra que han acumulado. Tendrá que llegar con todos los juguetes y, digo más, con todos los fierros.

Absalón Machado, un experto conocedor del tema, hizo en su sólida exposición una referencia que me dejó pensando. Dijo: Vivimos un momento crucial en la historia de la cuestión agraria, como fue el de los años 30. Pienso lo mismo y no sólo por el debate que se viene encima, sino por las realidades sociales que se avecinan. En aquella época —como ahora— una gran masa campesina se había visto obligada a migrar hacia las ciudades, donde el empleo era escaso y mal pago. Habían dejado sus tierras tanto por la opresión terrateniente como por el atractivo del trabajo libre en fábricas o en obras públicas. Pero la crisis del 29 echó para atrás el proceso y muchos regresaron a sus regiones de origen, donde esas fincas ya habían sido ocupadas y eran ahora grandes haciendas. El choque trató de ser “reglamentado” mediante la Ley 200 de 36. Se salió de las manos el asunto y terminó en lo que hemos convenido en llamar “La Violencia”.

Hoy existe una realidad similar. Tres millones de campesinos “deambulan con rumbo a ninguna parte por los cinturones de miseria y mendigan en los semáforos de las grandes ciudades, invisibles de cuenta de la técnica y la inflexibilidad jurídica”, dice la Corte Suprema de Justicia. A medio millón de estos “trashumantes de la miseria y de la indiferencia” el Gobierno espera restituirles sus propiedades. Algunos en Montes de María; otros, los más, en el bajo Cauca, Sinú, Urabá, Cesar, Bolívar, Magdalena Medio, Tolima, Caquetá y Meta. Es decir, donde los paramilitares y los parapolíticos fueron y siguen siendo muy fuertes. ¿Cuál va a ser la reacción de los victimarios —o testaferros— que ocupan las tierras robadas? Preparar motosierras y fusiles. Es imperativo que a los esfuerzos por sacar adelante la Ley de Tierras, el Gobierno sume un plan para enfrentar de nuevo la ola de violencia que preparan ya los usufructuarios del despojo y los “enemigos agazapados de la paz”. No aflojarán la tierra a la vista de un juez, aun si va acompañado de un policía. Si el Gobierno se va a meter en serio en el corazón de la violencia, debe prevenir las consecuencias y afrontarlas. Ello significa quebrar la tradicional parcialidad de las FF.AA. en favor de los terratenientes, desentrañar los vínculos entre las manzanas podridas y los prohombres de la motosierra. En pocas palabras, restablecer la soberanía del poder civil sobre el militar, sin la cual, todo seguirá igual. Desde los Montes de María el país podrá ver el futuro que nos espera.

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Alfredo Molano Bravo

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Cómo reparar el mercado inmobiliario en ruinas de EE.UU. | ELESPECTADOR.COM

Cómo reparar el mercado inmobiliario en ruinas de EE.UU. | ELESPECTADOR.COM: "Cómo reparar el mercado inmobiliario en ruinas de EE.UU.

Por: Joseph E. Stiglitz

UNA SEÑAL CLARA DE UNA ECONOmía de mercado disfuncional es la persistencia del desempleo.

En los Estados Unidos hoy, uno de cada seis trabajadores al que le gustaría tener un empleo de tiempo completo no lo encuentra. Es una economía con enormes necesidades insatisfechas y, aún así, con vastos recursos ociosos.

El mercado inmobiliario es otra anomalía estadounidense: existen cientos de miles de personas sin techo (más de 1,5 millón de estadounidenses pasaron por lo menos una noche en un refugio en 2009), mientras cientos de miles de viviendas están vacías.

Por cierto, la tasa de ejecuciones hipotecarias está en aumento. Dos millones de estadounidenses perdieron sus casas en 2008 y 2,8 millones más en 2009, pero se espera que las cifras sean aún más elevadas en 2010. Nuestros mercados financieros tuvieron un pésimo desempeño —los mercados de buen desempeño y “racionales” no le prestan a la gente que no puede o no va a pagar— y, sin embargo, quienes manejaron esos mercados fueron recompensados como si hubieran sido genios de las finanzas.

Nada de esto es una novedad. Lo que sí es novedad es el reconocimiento tardío y a regañadientes por parte de la administración Obama de que sus esfuerzos para que los mercados inmobiliario e hipotecario volvieran a funcionar básicamente fallaron. Es curioso, pero existe un creciente consenso tanto en la izquierda como en la derecha de que el gobierno tendrá que seguir apuntalando el mercado inmobiliario en el futuro inmediato. Esta postura es desconcertante y posiblemente peligrosa.

Es desconcertante porque en análisis convencionales de qué actividades deberían estar en el dominio público, nunca se menciona la de administrar el mercado hipotecario nacional. Dominar la información específica relacionada con la evaluación de la solvencia y el control del comportamiento de la cartera de préstamos es precisamente el tipo de tarea en la que se supone que el sector privado sobresale.

Sin embargo, es una postura entendible: ambos partidos estadounidenses apoyaron políticas que alentaron una excesiva inversión en vivienda y un excesivo apalancamiento, mientras que la ideología de libre mercado disuadió a los reguladores de intervenir para poner freno a un préstamo descontrolado. Si el Gobierno ahora se retirara, los precios de los bienes raíces caerían aún más, los bancos se verían sometidos a una mayor presión financiera y las perspectivas a corto plazo de la economía se volverían más sombrías.

No obstante, esa es precisamente la razón por la que un mercado hipotecario administrado por el Gobierno es peligroso. Las tasas de interés distorsionadas, las garantías oficiales y los subsidios impositivos alientan una continua inversión en bienes raíces, cuando lo que la economía necesita es inversión en, digamos, tecnología y energía limpia.

Es más, una continua inversión en bienes raíces torna mucho más difícil destetar a la economía de su adicción a los bienes inmuebles, y al mercado inmobiliario de su adicción al respaldo gubernamental. Apoyar una mayor inversión en vivienda haría que el valor del sector fuera aún más dependiente de las políticas gubernamentales, lo que garantizaría que los futuros estrategas políticos enfrentaran una mayor presión política de grupos de interés como desarrolladores inmobiliarios y tenedores de bonos.

La actual política estadounidense es, cuando menos, confusa. La Junta de la Reserva Federal ya no es el prestador de último recurso, sino el prestador de primer recurso. El Gobierno es el que asume el riesgo crediticio en el mercado hipotecario, y la Fed, el riesgo del mercado. Nadie debería sorprenderse ante lo que ha sucedido: el mercado privado esencialmente ha desaparecido.

El Gobierno anunció que estas medidas, que funcionan (si es que funcionan) mediante una reducción de las tasas de interés, son temporales. Pero eso significa que cuando se termine la intervención, las tasas de interés aumentarán —y todos los tenedores de bonos respaldados por hipotecas experimentarán una pérdida de capital, potencialmente importante—.

Ningún actor privado compraría un activo semejante. Por el contrario, la Fed no tiene que reconocer la pérdida; mientras que los defensores del libre mercado podrían hablar de las virtudes de la fijación de precios de mercado y el “descubrimiento de precios”, la Fed puede hacer como si no hubiera pasado nada.

Si el Gobierno asume el riesgo crediticio, las hipotecas se vuelven tan seguras como los bonos del Gobierno de vencimiento comparable. Por ende, la intervención de la Fed en el mercado inmobiliario realmente es una intervención en el mercado de bonos del Gobierno; el aparente “cambio” de comprar hipotecas a comprar bonos del Gobierno es de escasa importancia. La Fed está comprometida en la difícil tarea de intentar fijar no sólo la tasa de interés a corto plazo, sino también las tasas de interés a más largo plazo.

Resucitar el mercado inmobiliario resulta muy difícil por dos motivos. Primero, los bancos que solían otorgar préstamos hipotecarios convencionales están en mala situación financiera. Segundo, el modelo de securitización está muy deteriorado y es probable que no se le reemplace en lo inmediato. Desafortunadamente, ni la administración Obama ni la Fed parecen dispuestas a enfrentar estas realidades.

La securitización —reunir grandes cantidades de hipotecas para venderlas a fondos de pensión e inversores en todo el mundo— funcionó sólo porque había agencias de calificación a las que se les confió la tarea de asegurar que los préstamos hipotecarios fueran otorgados a personas que pudieran pagarlos. Hoy, nadie confiará, ni tendría por qué hacerlo, en las agencias de calificación, ni en los bancos de inversión que proveyeron de productos defectuosos (a veces hasta los diseñaron para perder dinero).

En resumen, las políticas gubernamentales para respaldar al mercado inmobiliario no sólo no solucionaron el problema, sino que están prolongando el proceso de desapalancamiento y creando las condiciones para una crisis al estilo japonés. Evitar este “nuevo normal” lúgubre será difícil, pero existen políticas alternativas con perspectivas mucho mejores de hacer regresar a Estados Unidos y a la economía global a la prosperidad.

Las empresas han aprendido a tomar las malas noticias con calma, registrar las pérdidas en los libros y seguir adelante, pero nuestros gobiernos no. En una de cada cuatro hipotecas estadounidenses, la deuda supera el valor de la vivienda. Los desalojos no hacen más que aumentar la cantidad de gente sin techo y de casas desocupadas. Lo que hace falta es pasar a pérdida sin demoras el valor de las hipotecas. Los bancos tendrán que reconocer las pérdidas y, si fuera necesario, encontrar el capital adicional para cumplir con los requisitos de reservas.

Esto, por supuesto, será doloroso para los bancos, pero su dolor no será nada comparado con el sufrimiento que le infligieron a la gente en el resto de la economía global.



* Premio Nobel de Economía en 2001.© Project Syndicate 1995-2010.

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Joseph E. Stiglitz

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Sacar campesinos | ELESPECTADOR.COM

Sacar campesinos | ELESPECTADOR.COM: "Sacar campesinos

Por: Alfredo Molano Bravo

LA TIERRA ESTÁ DE MODA; YA HASTA en La W se habla de ella, de su injusta distribución, del presupuesto del Ministerio de Agricultura, de la deuda que tiene el país con los 'labriegos'. En fin, en cocteles y desayunos ejecutivos, en clubes y sacristías, el asunto ha salido del clóset. Un paso adelante.

Después de tanta oscuridad, cualquier bombillo es un amanecer. Pero aun así quieren apagarlo a como dé lugar: de un zapatazo, de un varillazo, y algunos, de un balazo. O de varios, de muchos. Como siempre. El frenazo a la Ley de Tierras de López Pumarejo significó la Violencia de los años 50; el Pacto de Chicoral de 1974, que enterró la Reforma Agraria de los 60, abonó la tierra donde echó raíces la guerra de las drogas de la que no salimos. Ahora, la nueva Ley de Tierras propuesta por Juan Camilo Restrepo ha iniciado su viacrucis. Tendrá muchas estaciones, y cuatro grandes retenes: el de los gremios, el del Congreso, el de los fusiles y el del mercado. Por ahora comienza a interponerse el colador de los gremios. Es el primero, el que da la línea entre venias y agua de colonia. Y es temible por eso mismo. Sacarán a relucir cifras, estadísticas, curvas para reducir la iniciativa a sus “justas proporciones”. O sea, para acomodarla a sus propios –y mezquinos– intereses. A la Ley 200 del 36, la función social de la propiedad, le atravesaron la Ley 100 del 44, que amplió el plazo para que las tierras no explotadas de los latifundios volvieran a Estado y ese plazo se amplió y amplió hasta disolverse . A la reforma Agraria de Lleras –llamémosla así– le colgaron todo tipo de precondiciones: construcción de distritos de riego, carreteras, hospitales, colegios; organización de cooperativas de mercadeo, creación de programas de crédito supervisado, etc., de tal suerte que la plata destinada a darle tierra al campesino se enredó hasta anular la distribución. No es que esos requisitos no fueran válidos, pero no podían sustituir –como lo hicieron– la entrega de tierras.

La propuesta del Gobierno de devolver a los campesinos dos millones de hectáreas –500.000 cada año– y 100.000 hectáreas ahora mismo, ha levantado tantas ampollas en los presuntos perjudicados como respaldo en la opinión pública y esperanza en los desterrados. Cien mil hectáreas fue lo que la reforma del 61 entregó en 15 años, descontando la titulación de baldíos. La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) ha comenzado a disparar argumentos. El primero, contra las Zonas de Reserva Campesina, una figura útil para impedir que las tierras repartidas regresen a manos de los usurpadores –o de otros con las mismas mañas– pocos años después. El argumento es que los límites legales de las Unidades Agrícolas Familiares (UAF), o sea la extensión de los predios considerados de economía campesina, deben ser abolidos. Sería algo así como liquidar en las ciudades el criterio de estrato, que de alguna manera ha favorecido a los pobres. La UAF para la SAC se debe liquidar, lo que significa que las Zonas de Reserva Campesina también. Por esta razón, don Rafael Mejía, presidente de la SAC, propone que los campesinos, a quienes se les devolverían las tierras robadas, deberían antes probar ser emprendedores empresarios. Está lejos de entender que antes de ser un negocio, la economía campesina es una cultura, tal como lo es la indígena o la de las comunidades negras ancestrales. Para este gran empresario todo lo que no es ganancia es una pendejada. De esta premisa da un salto para afirmar que los desplazados no quieren regresar a sus tierras –inclusive da cifras, sabrá Dios sacadas de qué almohadón–. Olvida, por supuesto, la función cumplida por la motosierra. Yo no dudo que muchos desplazados teman volver a sus fincas porque de ahí los sacaron a sangre y fuego. Esa sangre está fresca y ese fuego no está apagado. En el fondo es una crítica a un Estado que no les da garantías de retorno. La solución –propongo– sería quitarles un poco de escoltas a los escoltados de siempre y trasladárselas a los campesinos.
Es más, agregaría don Rafael: los que quieren regresar no lo hacen por vocación campesina, sino por negocio: piensan vender la tierra que se les dará. Son, pues –concluiría– especuladores de la propiedad rústica. Tan pronto el Estado les titule, dan la vuelta y venden los predios .No faltará el calanchín que agregue: Y se gastarán la plata en aguardiente. ¿Para qué tanta vuelta legal, tanto recurso presupuestal, tanto abogado, tanta demagogia, para resultar vendiéndonos la tierra a nosotros, los grandes empresarios del campo, pensarán los Presidentes de los gremios, mientras miran a una familia pidiendo limosna en un semáforo? Y no les falta razón si el Estado hace lo de siempre, dejar que el mercado gobierne la tierra.

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Alfredo Molano Bravo

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domingo, 5 de septiembre de 2010

Instrucciones para robar un diamante | ELESPECTADOR.COM

Instrucciones para robar un diamante | ELESPECTADOR.COM: "Instrucciones para robar un diamante

Por: William Ospina

HAY GENTE A LA QUE LE GUSTA ROBAR cosas pequeñas. Diamantes, por ejemplo. Son fáciles de esconder, y sus dueños pueden no darse cuenta de que se los han robado hasta cuando es demasiado tarde. No carece de astucia el que escoge robar esas gemas cuajadas de luz, y tan portátiles que no es difícil hacerlas pasar por retenes y fronteras.

En cambio hay gente paradójica que escoge robar cosas tan grandes que nadie sabría qué hacer con ellas. No hablo de jarrones Ming, ni de alfombras, ni de elefantes. Hablo de bienes más grandes aún. Hablo de la más atrevida, la más temeraria, e increíblemente la más exitosa entre nosotros de las formas del robo. Ese bien que aquí se roba amplia y persistentemente, con toda eficacia y sin consecuencias para el ladrón, es la tierra.

Al comienzo no sólo la robaban. Bastaba que tres ladrones se unieran, bastaba que uno de ellos fuera capellán y el otro notario, y declararan, porque les convenía, que los dueños de aquellas tierras eran infieles y antropófagos, y las tierras pasaban inmediatamente a sus manos, bajo el sello protector de la corona y bajo la segura bendición del santo papa. La cosa ni siquiera se llamaba robo y no había que ocultarla.

El método era tan perfecto que los ladrones, a los que se les daban nombres más respetables, no sólo pasaban a ser dueños de la tierra sino dueños de todos los anteriores propietarios que esa tierra tenía, y que en adelante debían encorvarse para siempre sobre los surcos a tributar su sudor y su vida ante esos nobles adalides de la civilización que habían venido a redimirlos de la barbarie.

Así fue en los orígenes. Y aunque el sistema fue cambiando con los tiempos, no podemos decir precisamente que se sofisticara. También las guerras civiles solían dejar las tierras de los derrotados en manos de los triunfadores, y oportunas autoridades emitían enseguida los títulos correspondientes.

No es que el robo haya venido a hacerle trampa a la ley: con el robo llegó la ley y se entronizó. Muy a menudo eran los encargados de aplicar las leyes quienes cometían el delito y lo legitimaban. Imagino que a las facultades de Derecho les causa tanta consternación leer la minuciosa historia de nuestra injusticia que prefieren no pensar en ello. Por eso no vemos hoy grandes debates sobre el modo como ha sido profanado siempre en nuestro suelo el derecho de propiedad: casi tanto como el derecho a la vida.

Por allá en los años treinta se empezó a hablar de la necesidad de una Reforma Agraria. Pero los tenientes de la tierra no sólo habían sido hábiles a la hora de obtenerla: se mostraron más hábiles aún a la hora de defenderla, y la legalidad tan profanada por ellos o por sus respetables antepasados se volvió su disciplina favorita, para ejercer la legítima defensa contra toda amenaza liberal.

Y llegaron los temibles y rojos años cincuenta. Y en vez del éxito de la Ley de Tierras de López Pumarejo, y en vez de la reforma tan cantada, Colombia vivió esa espantosa contrarreforma agraria que se llamó La Violencia, que cambió el mapa de la propiedad, precisamente allí donde estaba la principal riqueza nacional, la zona cafetera. Muchos teóricos preguntaban por qué maldición la violencia se ensañaba con tierras tan hermosas y fecundas. Sin embargo, era fácil ver cómo coincidía el rastro rojo de la sangre con el rastro rojo de los frutos en las ramas.

Después de aquello, de nada se habló tanto en Colombia como de la Reforma Agraria. Pero un magistral Congreso de terratenientes se encargó de impedir, por siempre y siempre y siempre, que aquella reforma llegara. De pronto, en los años ochenta, otro cambio ocurrió en nuestros campos. ¿Llegaba por fin la Reforma Agraria que aclimataría la paz, que honraría la vocación agrícola del país, que por fin les haría justicia a los campesinos tan maltratados, tan expulsados?

No: nuevos terratenientes venían por el resto. Los campesinos que quedaban en nuestros campos fueron arrojados a las ciudades, y no precisamente a trabajar en la industria, porque ya la industria había sido sustituida por dos grandes renglones de la economía, el tráfico de drogas y el lavado de activos. Sus hijos no tendrían opciones laborales por fuera de esos florecientes y violentos negocios.

En un país donde la más antigua tradición es el despojo de tierras, resulta asombroso oír hablar de la intención de devolver la tierra a sus propietarios. La más reciente oleada dejó millones de hectáreas productivas en otras manos. ¿Cómo irán a hacer para arrebatarles las tierras a sus actuales dueños y devolvérselas a los campesinos desplazados? La generosa intención no puede olvidar que estamos en un país donde la voluntad de los terratenientes se confundió siempre con la ley.

Desde el comienzo de nuestra historia, cierta gente se acostumbró a robar algo que no es posible llevarse para ninguna parte, que tiene que permanecer allí donde estaba. Se acostumbró a cometer robos que no es posible ocultar, a robar lo que enseguida se advierte que ha sido robado. ¿Cómo lo hacen? ¿Y cómo logran que esos robos sean enormes, persistentes, eficaces e impunes? El que logre explicarlo habrá llegado al alma de nuestra sociedad, a la clave de nuestra identidad, al secreto mejor guardado de nuestra nación.

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William Ospina

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Impunidad a la vista | ELESPECTADOR.COM

Impunidad a la vista | ELESPECTADOR.COM: "Impunidad a la vista
Por: Felipe Zuleta Lleras

NO ACABAN DE ESCANDALIZARME los mal llamados falsos positivos cuando más los conocemos a fondo. El caso de los hermanos James de Jesús y José Antonio Agudelo, con su trabajador Javier Enteno Acuña, es otro ejemplo atroz.

Los tres fueron asesinados por soldados del Ejército, y por instrucciones de un capitán Ovalle, comandante de la compañía Bayoneta, y un teniente Mora, comandante de la Compañía Apolo. Las víctimas simplemente habían ido a buscar a los soldados para preguntarles por qué mataban su ganado, cosa que había hecho en forma reiterada el teniente Mora. En vez de responderles y protegerlos como lo ordena la Constitución, el Ejército los emboscó en la tarde del 30 de noviembre de 2006, en el Municipio de Vista Hermosa (Meta), los hizo vestir como guerrilleros, con prendas que habían incautado a la guerrilla días antes, les pusieron en las manos unos fusiles AK 47 que también habían incautado y 'el soldado Caballero ejecutó a uno de ellos' siguiendo instrucciones de sus superiores, relata un testigo.

Sus cuerpos fueron trasladados a Granada (Meta), en donde fueron enterrados los tres en una fosa común como N.N. Por presión de los familiares, seis días después y luego de reconocer la identidad de las víctimas, éstos lograron que les entregaran los cuerpos. Varios interrogantes surgen al conocer esta macabra, dolorosa y repugnante historia: ¿qué hicieron los soldados con los documentos de sus víctimas? ¿Y sus pertenencias? ¿Para qué enterraron los caballos en los que se transportaban los hermanos Agudelo? ¿Por qué los enterraron en una fosa común y no en fosas individuales como lo ordena la ley? Y óigase bien: este caso va a quedar en la impunidad porque está siendo investigado por la justicia penal militar.

Es precisamente por estos casos, y todos los demás que van a quedar en la impunidad, que debemos llevar a Álvaro Uribe Vélez ante la Corte Penal Internacional para que responda por las conductas delincuenciales del Ejército cuando él era comandante en jefe de las FF.MM. Esto por cuenta de la actitud indolente de nuestra justicia.

Hablaba en estos días con un ex magistrado chileno que abrió 99 causas penales en contra del ex dictador Pinochet y me decía que jamás había visto una cosa igual a la de los falsos positivos. Y créanme que cuando uno se adentra a conocer al detalle las atrocidades que se cometieron por parte de quienes intervinieron en esos asesinatos, más se compromete con las causas de todas las víctimas de los crímenes de Estado sistemáticos cometidos durante el gobierno de Uribe Vélez. No lo dejaremos descansar hasta que pague por cada falso positivo. ¡Paz en la tumba de los hermanos Agudelo y de Javier E. Acuña!

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Notícula: Qué vergüenza la actitud del Fiscal General frente a la fiscal Ángela María Buitrago, quien llevaba casos como el de Guillermo Valencia Cossio y los delitos que involucran a José O. Gaviria y a Francisco Santos. El crimen sí paga.

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Volver a España | ELESPECTADOR.COM

Volver a España | ELESPECTADOR.COM: "Volver a España

Por: Héctor Abad Faciolince

HACE DIEZ AÑOS QUE NO VOY A ESPAña. Me han invitado a ir varias veces, pero nunca he aceptado ninguna invitación. Me han pedido que viaje para dar charlas, hacer talleres, asistir a un congreso de escritores... Una vez me dijeron que le darían un premio a un libro mío, con una única condición: tenía que ir a recibirlo allá. Me negué. Siempre me he negado por un asunto de palabra empeñada, de íntima convicción y de terquedad.

En cuanto a la palabra empeñada, la historia, que a casi nadie le importa y que muchos ni siquiera recuerdan (ni en España ni aquí), es la siguiente: un grupo de escritores y artistas colombianos firmamos una carta, dirigida al jefe de Gobierno español, diciendo que no volveríamos a España si ese país nos imponía una visa. El visado lo impusieron, pero casi todos nuestros compañeros firmantes regresaron a España poco tiempo después: García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Botero, William Ospina… Durante estos diez años hemos quedado sólo dos tercos: Fernando Vallejo y yo.

Recuerdo que en aquella ocasión 190 intelectuales españoles firmaron otra carta, apoyándonos. Fue nuestro único éxito. Fernando Vallejo, cuando la carta ya había sido enviada, llamó a decir que retiraba su firma, porque lo había pensado bien y no estaba de acuerdo: España, según él, no tenía por qué recibir a una manada de bandidos, que es lo que en general somos, para él, los colombianos. Sin embargo ha sido consecuente con aquella firma.

Después de estos diez años de inútil ausencia, en los que muchas veces me he sentido como un exiliado español que sueña con ver Granada o Lanzarote, he resuelto que no vale la pena empeñarme más en una quijotada que me hace daño sólo a mí. Tengo un motivo personal para volver: mis dos únicos hijos, como si no hubiera más sitios adonde ir en este mundo, han resuelto que nada mejor que España para estudiar y vivir. Como cualquier padre aprensivo, yo quiero ver dónde viven, y cómo, y con quién. Quiero poder estar a su lado si están tristes o enfermos. A ningún español le importa un carajo que yo vaya o no vaya a su país. A casi ningún colombiano le afecta que un escritor tozudo se niegue a aceptar invitaciones a España por preservar la dignidad de su país.

Sigo creyendo que España se equivoca al imponernos una visa a los que somos, en cierto sentido, sus parientes. Somos también sus herederos lingüísticos, culturales y religiosos. Europa se está despoblando de nativos, las europeas están en huelga de hijos. Al paso que van, en el año 2100, ya casi no habrá población nativa española, italiana ni alemana. Ellos serán reemplazados por los inmigrantes de Asia y África, por su mayor fecundidad. Si quisieran preservar eso que los antropólogos llaman identidad, más les valdría recibir colombianos que hablan español y le rezan a la Virgen, que musulmanes que hablan árabe e invocan al Profeta. Nuestro mayor y más valioso producto de exportación es gente, manos, personas dispuestas a hacer bien los trabajos más humildes: a cuidar los ancianos, a barrer la basura, a cargar las maletas, a recoger las naranjas. Y a soñar con el estudio y un futuro mejor, en la tierra de los antepasados. Nos deberían recibir, así como nosotros recibimos a millones de españoles cuando ellos eran los condenados del mundo.

Vuelvo a España. Quiero ver a mis hijos, quiero estar con ellos, quiero volver a probar la comida y el vino que más me gustan y volver a ver el cielo de Madrid, donde una vez fui feliz. A los diez años casi todos los delitos prescriben. He hecho un sacrificio muy largo; me he exiliado durante un decenio del país que más quiero, después de Colombia. “Hacer un voto es un pecado más grave que romperlo”. Prometer es una irresponsabilidad. Sé que no tengo que dar explicaciones por un acto privado. Me las doy a mí. Me estoy convenciendo a mí mismo de que puedo permitirme esta traición a mi palabra, diez años después. No aguanto más; vuelvo a España; la sangre me llama.

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Héctor Abad Faciolince



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Los verdes: biches y extraviados - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

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Los verdes: biches y extraviados

Terminados los ocho años durante los cuales su ectoplasma copó todos los rincones y todos los segundos de Colombia, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez prácticamente se esfumó. '¿Uribe? ¿Cuál Uribe?', preguntaba hace poco una caricatura de Vladdo. Hoy es Santos quien llena el espacio vacío.

Sin embargo, otro protagonista político se evapora con mayor rapidez que el ex mandatario, y es el Partido Verde (PV). Esa dinámica agrupación, que sembró una esperanza y prometía poner bocabajo la historia nacional, anda encogida y extraviada. Empezó a volatilizarse en plena campaña, hasta reducir su liderazgo, que pasaba del 40 por ciento, a un 28 por ciento frente al 69 por ciento de Santos. Aún así, 3,6 millones de votos no son moco de pavo y el PV cuenta, además, con cinco senadores y tres representantes. El problema es que el pavo se volvió un modesto pichón indeciso, desorientado y enfermo, pues lo aquejan divisiones y virus que creíamos privativos de la vieja política nacional.

Modesto: la tempestad de correos, twitters y mensajes a favor de los verdes que nos bombardeaba desapareció por completo y la presencia del PV en los medios es escasa.

Indeciso: a Antanas Mockus, jefe natural de la colectividad, le censuran que, pasadas las elecciones, quedó en 'pausa'. No asumió el liderazgo de la oposición ni empuñó las banderas para la mitaca del 2011. Él dice que 'las decisiones deben ser rápidas, pero no precipitadas'. La diferencia semántica puede significar la muerte del enfermo. La única señal de vida reciente del PV es el nombramiento de Lucho Garzón como presidente y vocero.

Desorientado: Mockus nunca ha sido muy claro en materia de ideologías, pero leo algo que me deja atónito: cuando se disponía a viajar a un encuentro internacional de partidos verdes en Europa, deshizo las maletas porque descubrió que estas colectividades son de inspiración ecologista y de izquierda. Si no sabía esto, no sabía nada.

Finalmente, el PV empieza a padecer males clásicos de nuestra peor política, como el nepotismo y la división interna. Algunos militantes acusan a Mockus de tratar de imponer a su cónyuge como candidata a la alcaldía de Bogotá. Él lo niega, pero se resiste a que veten su nombre y afirma que si ella quiere lanzarse tiene derecho a hacerlo (Gustavo Petro la apoya).

Lo más grave es que está rota la alianza del PV con Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano), cuya candidatura vicepresidencial dio nuevos aires al movimiento. En una primera y curiosa carta a sus seguidores (7 de julio), Fajardo señala que la culpa del súbito declive del partido en la campaña se debió a un accidente ciclístico. Copio: 'Estábamos felices, sentíamos una emoción indescriptible y soñábamos con alcanzar la Presidencia. En la mañana del día siguiente me accidenté en mi bicicleta. Y comenzó otra historia.' En la segunda carta (18 de agosto) informa sobre su cita con los jefes del PV en Bogotá y, después de mencionar algunas descortesías de que fue objeto (no respondieron un mensaje suyo, le ofrecieron menguada participación directiva y tardaron en reunirse con él), llega a una triste conclusión: 'estamos biches'.

Razón no le falta: un partido que pierde las elecciones por un porrazo de bicicleta, que se sienta a filosofar encima de 3,6 millones de votos y que acusa precoces síntomas de ruptura interna, está biche.

Yo lo lamento, sobre todo por la frustración que significa para millones de colombianos que atisbaron en su color una verde esperanza. No veo que el PV tenga arrestos para encabezar una oposición recia y seria a un gobierno que necesita -y pide- controles y fiscalización. ¿Será que, como dijo el poeta, el PV no fue sino efímeras 'verduras de las eras'?

ESQUIRLAS. 1) La muerte de 14 policías a manos de las Farc no es solo una barbaridad, sino un total desatino político, cuando su jefe hablaba de dialogar. 2) Aparece un libro que rescata textos de Crónica, legendaria revista del Grupo de Barranquilla. La iniciativa fue de Tita de Cepeda, el trabajo del incansable Jacques Gilard (q. e. p. d.) y la edición de la U. del Norte.

Desde hace varios años, el autor del texto recibe comentarios a su columna en cambalache@mail.ddnet.es
Daniel Samper Pizano

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jueves, 2 de septiembre de 2010

Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM:

"Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario

El ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, por estos días, se encuentra participando como vicepresidente de la comisión que nombró el Consejo de Seguridad de la ONU, para investigar los hechos que rodearon el ataque militar israelí contra la caravana marítima humanitaria que buscaba romper el bloqueo de la franja de Gaza, llevando alimentos y medicinas, en el cual murieron 9 civiles inermes, en aguas internacionales.

Mientras en Colombia algunos medios de opinión manifestaron que la designación fue el premio que el Secretario General de la ONU le otorgó al ex presidente en reconocimiento a la excelente gestión realizada en contra de los terroristas de las Farc, y otros sostenían que el nombramiento constituía un homenaje y una exaltación de Ban Ki-moon al pueblo colombiano, de la cual deberíamos estar orgullosos, en el ámbito diplomático mundial se supo que el nombramiento del ex mandatario colombiano fue una condición impuesta por el gobierno israelí al momento de aceptar la creación de esa comisión, en el seno del Consejo de Seguridad.

La comisión está integrada por 4 personalidades, presidida por el ex primer ministro de Nueva Zelanda, Geoffrey Palmer, con la vicepresidencia del colombiano, un comisionado de Israel y otro de Turquía, que es la contraparte que pide indemnización por el ataque a un barco civil con emblemas humanitarios en aguas internacionales.

Para muchos analistas internacionales y para algunas cancillerías, con el nombramiento de una comisión donde el Estado agresor impone dos comisionados de cuatro, se rompe la imparcialidad y la credibilidad, dando como resultado que su concepto de antemano se presume ilegítimo o, en el mejor de los casos, vano e inútil.

Adicionalmente, medios de comunicación de Turquía, del mundo árabe y muchos europeos resaltaron la presencia del ex presidente colombiano en esa comisión como un acto de provocación de Israel, porque el colombiano se enorgullece públicamente de haberle dado la orden al Ejército de su país de bombardear en un país vecino, lo que lo convierte uno de los operadores de la doctrina de la 'guerra preventiva' liderada por los neoconservadores estadounidenses. Recordemos que bajo esta doctrina se realizó el ataque a Irak en busca de unas armas químicas inexistentes, que la convirtieron en una guerra ilegítima y vergonzosa para los países de la llamada coalición. Otro argumento esgrimido en los medios europeos en contra de la participación del ex mandatario colombiano fue el de que en la famosa 'operación Jaque' se utilizaron de manera indebida los mismos emblemas de organismos internacionales humanitarios, que fueron violados por el comando israelí el pasado 31 de mayo al momento del ataque contra el 'Mavi Marmara', embarcación civil de bandera turca.

Sobre esta designación, los medios se preguntan cuál es la postura de Washington, pues en el gobierno republicano, al que también abiertamente apoyó en el debate electoral el entonces presidente Uribe, contaría con todo el apoyo y reconocimiento. No está claro si en el gobierno de los demócratas, liderado por el Premio Nobel de Paz, el ex presidente colombiano mantiene el respaldo de la Casa Blanca. También se preguntan qué opinión tienen los gobiernos del vecindario (Unasur) sobre la participación del ex mandatario colombiano en esa comisión de la ONU.

Lo que está claro es que en el mundo diplomático y en la opinión mundial existe una gran expectativa por conocer el contenido del informe, sus tesis y argumentos, así como los detalles de cómo se comportó cada uno de los actores. En Colombia no se ha hecho un despliegue destacado sobre la participación del ex presidente en tan importante escenario, ¿por qué será?

* Analista político - Director Ejecutivo Instituto de Pensamiento Étnico, Social y Político, IPESP.

Miguel Antonio Galvis*

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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ahorrar, gastar y malgastar - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Ahorrar, gastar y malgastar - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM:

"Ahorrar, gastar y malgastar

Aunque en el cristianismo primitivo la riqueza fue mal vista, la imagen negativa del rico ha cambiado mucho. Por supuesto, todavía algunos creen, como Diego de Estella en el siglo XVIII, que los pobres no solo heredarán el cielo sino que disfrutan más esta vida terrena, pues encuentran en sus 'pobres manjares' un placer que escapa a los ahítos propietarios de la riqueza. Pero son más los que creen que es mejor ser rico que pobre, como decía la millonaria Gertrud Stein, antes de que algún pobre robara la frase.

La única riqueza aceptable tenía que salir del esfuerzo, el trabajo y el sacrificio, y el que tenía dinero debía redimir su pecado original entregando todo a los pobres, o, como hacen los millonarios gringos, a algunas fundaciones humanitarias. Dejar la riqueza a herederos que no la crearon produce la catástrofe. Thomas Mann escribió Los Buddenbrook para mostrar cómo, después de que las primeras generaciones de empresarios hacían su fortuna con dedicación y austeridad, los sucesores terminaban en especulaciones ruinosas o usando la fortuna para hacer alarde y presunción. Uno creería estar leyendo la historia de Antioquia en el siglo XX, de los primeros arrieros a los patrones del consumo conspicuo.

Por supuesto, los ricos siempre creyeron que el dinero era más dañino para los pobres, y en la misma Antioquia no faltaron expertos que se oponían a subir los salarios a los obreros porque se los gastarían en aguardiente, con daño para sus familias y sus almas.

Este tipo de moralismo se aplicó también a las naciones: los holandeses se convirtieron en el siglo XVII en el país más rico del mundo a punta de comercio, y sus negociantes, que se dedicaron a apoyar el arte, a vivir bien y a ayudar a los pobres, no lograron escapar de la 'vergüenza de sus riquezas', como la llamó el historiador Simon Schama. Tres siglos después, la imprevista riqueza del petróleo, nos dicen los economistas, acabó, como si fueran venezolanos, con su industria y su voluntad de trabajo.

La idea de que la riqueza que no viene del trabajo no sirve es vieja entre nosotros y se aplicó pronto contra las bonanzas mineras. El primer tratado de economía que se publicó en Colombia, escrito en 1823, sostuvo, en una temprana crítica a la enfermedad holandesa, que la minería, al pagar todo lo que se importaba, estaba destruyendo la agricultura e industria y hacía que la población viviera 'en la indolencia o en la miseria. ¿Si la República no poseyese los metales preciosos no comería, bebería o se vestiría? Los comerciantes buscarían con qué pagar el consumo y no teniendo oro, harían florecer la agricultura y cada provincia estaría llena de industria y cada individuo se encontraría ocupado'.

Ahora parece que estamos otra vez a punto de sufrir los males de la riqueza, y frente a este peligro los economistas no se ponen de acuerdo. ¿Debemos ahorrar lo que nos llegue, eliminar el déficit del Estado y pagar nuestras deudas, para que el ingreso imprevisto no valorice el peso y se acaben nuestras exportaciones? ¿O será mejor gastar lo que llegue, para estimular la economía, crear empleo, cumplir con los sueños aplazados y darles casa a todas las familias y computador a todos los niños?
En esto, lo mejor es no perder la calma y aplicar el sentido común: pagar las deudas que más aprieten, reducir el déficit y gastar sobre todo en lo que nos ayude a ser más productivos en el futuro. En los últimos años, sin mucho dinero, nuestro Estado se dedicó al derroche, a los elefantes blancos, a las obras públicas sobredimensionadas o innecesarias, al gasto público suntuario, a la divulgación grandiosa de sus obras.

Ahora que parece que habrá plata, sería ideal una administración más austera, que no malgaste pero que gaste en lo que el mercado no apoya bien, pues funciona solo a largo plazo: la educación, la defensa del medio ambiente y el desarrollo científico.

www.jorgeorlandomelo.com.co

Jorge Orlando Melo

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domingo, 29 de agosto de 2010

A la caza del Pacífico | ELESPECTADOR.COM

A la caza del Pacífico | ELESPECTADOR.COM: "A la caza del Pacífico

Por: Alfredo Molano Bravo

COLOMBIA VIVIÓ SIEMPRE MIRANDO al norte por el Atlántico. El sur y el oriente sólo existían en los textos de geografía, hasta cuando Barco (1986-1990) se pilló que China, India, Japón y Corea tenían futuro; descubrió que Colombia quedaba en la cuenca del Pacífico, y propuso desarrollarnos en esa dirección bajo el lema “menos ocio y más negocio”.

Dieron entonces la largada: explotación forestal y minera, construcción de puertos de aguas profundas, autopistas, hidrovías, ferrocarriles, canales interoceánicos, aeropuertos, bases navales, batallones. En el bajo Atrato, las motosierras de Pizano S. A., que estaban acabando con los cativales, hicieron eco del llamado y exigieron que se les concesionara también el medio Atrato. En el bajo Calima, Cartón de Colombia, que había peluqueado literalmente las selvas de la zona, pedía ampliación de los favores recibidos. A las minas del San Juan y del Telembí llegaron legiones de draguetas y retroexcavadoras provenientes del bajo Cauca y de Roldanillo. La ley consideraba baldías las tierras del Pacífico, así hubieran sido pobladas y trabajadas por negros cimarrones, negros libertos, negros libres, tres siglos atrás.

El conflicto quedó casado. Surgieron poderosas organizaciones que se opusieron a los intereses madereros y pelearon sus derechos ancestrales sobre tierras y aguas. Aunque en la Constituyente del 91 los afrodescendientes no tuvieron representación directa, por el artículo 55 transitorio se reconoció su existencia, sus derechos y sus organizaciones. Dos años después, el artículo fue reglamentado por la Ley 70, alma de la cual fueron la negra Piedad Córdoba, Francisco Rojas Birry, Eduardo Uribe, Manuel Rodríguez, Pastor Murillo, Zulia Mena, Carlos Rosero, Saturnino Moreno, Gabino Hernández y Myriam Jimeno, entre otros. En la historia de la ley Mónica Restrepo jugó un papel particular. Conocía a las comunidades, había vivido con ellas y llevó a la mesa de discusión el espíritu de identidad de los negros, su memoria y su honor.

Mientras tanto, la codicia blanca no daba respiro. Los grandes proyectos llamados de desarrollo hacían su entrada y con ellos la guerra. El Pacífico –desde la Serranía del Darién hasta el río Mataje–, que poca violencia había vivido, entró de lleno en el conflicto. Medellín, Pereira, Cali, Popayán requerían puertos –Tribugá, Málaga, Tumaco– y autopistas –a Nuquí, a Buenaventura, a Panamá–. Los aserríos del bajo Atrato y del bajo Patía no daban abasto; las firmas farmacéuticas exploraban, esculcaban, clasificaban el biopacífico; las tenebrosas empresas palmeras se apropiaban de la fertilidad del Jiguamiandó, del Curbaradó, del Mira; las multinacionales de la minería cateaban centímetro a centímetro toda la cordillera occidental, por un sol y por el otro; los narcotraficantes controlaban –y controlan– esteros y bocanas, y los cultivadores de hoja de coca, corridos de las selvas y los llanos del oriente, probaban suerte en el Baudó, en el Naya, en el Micay. Paramilitares, guerrillas y Fuerzas Armadas regulares entraron antes, entraron al tiempo y entraron después de la gigantesca invasión de capitales a pescar en río revuelto.

En el Congreso se debate hoy un nuevo intento de ordenamiento territorial. Una verdadera caja de pandora de donde puede salir un federalismo de nuevo cuño o una reorganización social y ambiental del país. Es urgente que sobre la base jurídica de los artículos séptimo y octavo de la Constitución y de la Ley 70 se impida que el Pacífico se convierta en una colonia de las regiones desarrolladas pasando por encima de la gente que lo ha conservado trabajando y sabe cómo vivir y gozar el ocio.

* * *

Murió Monseñor Jaime Prieto, uno de los pocos obispos que llevó hasta sus últimas consecuencias, como se dijo algún día, las reformas del Vaticano II y las tesis de la Teología de la Liberación. Fue condiscípulo de Camilo Torres en el Seminario y como obispo de Barranca se puso al lado del pueblo llano. La paz, que vendrá, lo echará de menos.

*
Alfredo Molano Bravo



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¿Reforma agraria? | ELESPECTADOR.COM

¿Reforma agraria? | ELESPECTADOR.COM: "¿Reforma agraria?
Por: Alejandro Gaviria

LOS PROBLEMAS DEL CAMPO COlombiano son acuciantes. La economía rural está mal. La agricultura no ha podido despegar.

Creció a una tasa apenas superior a dos por ciento durante la última década. Más parece un vagón de tercera clase que una locomotora. Adicionalmente la pobreza rural es alarmante. Dos terceras partes de los residentes en zonas rurales son pobres. El ingreso promedio de un trabajador no llega a los 350 mil pesos mensuales. Muchos jóvenes campesinos prefieren el desempleo a un empleo mal pagado como jornaleros o trabajadores agrícolas. En general, el principal problema del campo no es la desocupación: es la pobreza o los malos empleos.

El debate sobre los problemas del campo ha vuelto a un primer plano. El nuevo gobierno ha abierto un espacio para la discusión y el análisis. Tal como sucedió hace 50 años, la necesidad de una reforma agraria, de una redistribución de la tierra, acapara buena parte de la atención de los analistas y la opinión pública. Hoy, como entonces, como en el histórico debate entre Carlos Lleras Restrepo y Lauchlin Currie, los méritos de una reforma agraria siguen siendo debatidos. Y debatibles.

En octubre de 1960, en Montería, en medio de los aplausos de miles de campesinos, Carlos Lleras Restrepo defendió con vehemencia los méritos de una ley agraria. “Creo ya estar un poco viejo, un poco maltrecho por los años y las dificultades, pero no resisto la tentación de volver en unos años a estas tierras de Córdoba, cuando se haya aplicado la ley agraria a ver si esta comarca se ha transformado y si puedo saludar al campesino a la puerta de un hogar propio, trabajando en una parcela propia, con dignidad y sin los problemas que le han sido comunes”. La reforma agraria, pensaba Lleras, solucionaría el estancamiento de la agricultura y el empobrecimiento rural, mediante la creación de una economía campesina dinámica, una locomotora hecha de miles de pequeñas unidades capaces de producir eficientemente y de unir fuerzas en cooperativas o asociaciones de productores.

En 1961, el economista norteamericano Lauchlin Currie presentó una visión alternativa, opuesta a la visión romántica, casi bucólica, de Lleras Restrepo y sus discípulos. Currie abogó por el aprovechamiento de las economías de escala en las zonas planas y la migración de campesinos a las ciudades en busca de empleos mejor remunerados en la industria y la construcción. Cincuenta años después, los empleos urbanos ya no están en la industria, sino en actividades menos productivas en los sectores de servicios y comercio. Currie no previó el agotamiento industrial. Pero su defensa del capitalismo agrícola, de una locomotora basada en explotaciones de una mayor escala y unos mayores niveles de mecanización sigue teniendo vigencia.

Probablemente una reforma agraria sea la única forma de acabar con algunos reductos semifeudales que aún existen en Colombia. Pero no va a resolver los problemas del campo y la agricultura. Existen otras prioridades: la restitución de tierras a los desplazados, la reorientación de las ayudas estatales hacia la provisión de bienes públicos (vías de comunicación, infraestructura de riego, capacitación técnica, etc.) y la promoción de actividades rurales no agrícolas. Cincuenta años después, no parece conveniente agotar todos los ímpetus reformistas en un nuevo intento de reforma agraria.

agaviria.blogspot.com

*
Alejandro Gaviria



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Un dictador en la puerta - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Un dictador en la puerta - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Un dictador en la puerta

Francis Fukuyama visitó Bogotá la semana pasada en el marco de la celebración de las II Jornadas Tadeístas en Derecho y Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Probablemente una de las reflexiones más útiles que nos propuso el Profesor, uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, es que la estabilidad de la democracia en América Latina no está garantizada.

Nos dejó claro también que ni las tendencias políticas de la región, ni la crisis económica global son tan responsables de esa inestabilidad democrática como la desigualdad, tanto en el ingreso como en el acceso a los bienes, un daño estructural profundo e histórico, que heredó y mantiene, desde la corona, un sistema fiscal y tributario que refuerza la pobreza estructural y que juega en conjunto con la baja calidad del gasto público. Antes que Chávez o las guerrillas escleróticas, es la desigualdad interna creciente el factor más importante que amenaza nuestra democracia.

Las agudas observaciones del profesor Fukuyama se enlazan con las conclusiones del último Informe Regional del PNUD sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, 'Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad' que identifica a América Latina como la región más desigual del mundo y advierte que la superposición entre las causas de la pobreza y la desigualdad obligan a pensar en políticas sociales que no solo busquen sacar a los pobres, en especial a las mujeres, de esa situación, sino en convertirlos desde el principio en agentes responsables de su propio desarrollo.

Michelle Bachelet describe este como un proceso de 'corresponsabilidad social', que debe ser liderado por los beneficiarios como ciudadanos empoderados, autónomos e influyentes en la calidad del proceso político y, en particular, en la manera como se destina el gasto público.

Colombia es un Estado en formación, que hasta hoy no ha conseguido integrar el Pacífico al centro del país y aún tiene la Orinoquia y la Amazonia por descubrir. Le falta mucho más todavía para consolidarse como Nación. Ni el Estado podrá fortalecerse, ni la nación consolidarse por fuera de las mínimas consideraciones de dignidad humana que se producen en el marco de una política social concertada, conscientemente dirigida a romper con las trampas que no nos dejan salir de la inequidad y la pobreza.

El informe del PNUD destaca la igualdad de género y la autonomía de las mujeres como un factor decisivo para alcanzar todos los objetivos del desarrollo. Superar la trampa, en la práctica, supone la promoción activa de millones de mujeres y niñas extremadamente pobres y vulnerables, la más alta proporción de las víctimas vivas del conflicto armado.

El riesgo no es tanto que la indigencia y la pobreza se conviertan en instrumento de una opción autoritaria que se haga elegir para destruir la democracia. El riesgo es que el crecimiento que se avecina, si no viene acompañado de una lucha determinada contra la inequidad, produzca un estado crónico de inestabilidad que nos estanque en una fórmula de democracia militarizada, imposibilitada para generar la suficiente confianza social que nos permita saltar al desarrollo.

La pregunta es si, de manera pacífica y por intermedio de las instituciones, en el marco de reformas agrarias y tributarias, estableciendo como canal un diálogo amplio y arbitrado por la justicia, Juan Manuel Santos es capaz de evitar un destino maldito y garantizar una verdadera transición, hacia una paz que traiga crecimiento, al tiempo que reduzca la inequidad y blinde al país del dictador que ronda nuestra puerta.
Natalia Springer

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martes, 24 de agosto de 2010

El tiempo apremia - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

El tiempo apremia - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "El tiempo apremia

El Partido Verde quedó ante una fuerte exigencia: arranca o desaparece. La carta enviada por Sergio Fajardo, líder del Movimiento Compromiso Ciudadano (y ex compañero de fórmula presidencial de Antanas Mockus), la puso en blanco y negro. La decepción por el aplazamiento recurrente de las discusiones que definan tanto las condiciones de entrada de Fajardo y su movimiento a los verdes, como los derroteros de trabajo futuro, además de comprensible, resulta preocupante.

Es comprensible, porque Compromiso Ciudadano, como cualquier movimiento político, necesita saber cuáles son las reglas de juego para decidir si se incorpora al Partido Verde o sigue haciendo política por su lado. Y es preocupante, porque el aplazamiento revela que la dirigencia del partido está enfrascada en discusiones de trámite, pero no de contenidos, ni de estrategias.

No de otra manera se explica cómo una colectividad sin una conducción política clara y con una base territorial tan frágil se mete en el absurdo de tener una dirección nacional de 17 personas. ¿Lo hacen pensando en una mayor representación de las regiones? ¿O están buscando espacios para la participación de las minorías? La respuesta, penosa por cierto, es que abrieron la dirección nacional a los congresistas elegidos por el partido. ¿A cuenta de qué los senadores y representantes deben estar en la dirección nacional del partido por el que fueron elegidos?

¿Acaso no se iba a hacer una política distinta? ¿Los verdes no querían ser alternativa de poder? Pues eso no se logra dejando 'parlamentarizar' el partido, ni tratando de resolver las tensiones internas, ni ampliando o reduciendo los puestos de la dirección nacional. Es el camino en el que los partidos y los políticos tradicionales se han hundido.

Quizá la principal contribución que los verdes le pueden hacer al país es el saldo pedagógico que dejen las acciones y decisiones de sus militantes. Y aquí los congresistas pueden demostrar que los miles de votos que obtuvieron en marzo pasado no les dan más poder, sino más responsabilidades, que es muy distinto. Y que, en lugar de que les rindan honores, son ellos los que deben estar rindiendo cuentas.

Con los resultados de las pasadas elecciones presidenciales, la época del partido pequeño y de las candidaturas solitarias y personales, se acabó. Ahora, el Partido Verde es la segunda fuerza política y electoral del país. Eso implica una dirigencia y una militancia con un sentido muy distinto.

El camino es más simple. Ya que la multitudinaria dirección nacional existe, les prestaría un gran servicio a su colectividad y al país si se reúne y, antes de votar por unanimidad su disolución, nombra un presidente, que asuma la conducción política y sea el vocero del partido. Y elige una comisión política de tres o cuatro personas que se encargue de la tarea de darles a los verdes: 1) una base territorial, que no solo extienda las ideas políticas, sino que les dé una organización regional y local que las movilice; 2) una estructura programática, que traduzca las ideas políticas en propuestas concretas de futuro para municipios y departamentos, y 3) un grupo de líderes locales y regionales que le permita al partido presentarse con candidatos de verdadera valía ética y profesional a las próximas elecciones de concejales, diputados, alcaldes y gobernadores.

Mientras, hay que facilitar las condiciones de entrada de Sergio Fajardo y su grupo al Partido Verde y de todos aquellos dirigentes dispuestos a construir un nuevo país. Para ganar tiempo, hay que arrancar con las campañas electorales que, como la de Peñalosa en Bogotá, se puedan convertir en una oferta realista y viable política y electoralmente. Eso le da solidez política al proyecto.
Estamos a un año de las elecciones locales y regionales, y el estado de cosas no da espera. No es un asunto de impaciencia. Es la respuesta seria y puntual a un compromiso adquirido en las elecciones pasadas. Y, ojo con la alerta que comienzan a lanzar los jóvenes militantes: 'Por andar creyendo que somos los Rolling Stones, si no trabajamos, podemos quedar convertidos en los enanitos verdes'. Y pueden tener razón.
Pedro Medellín Torres

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domingo, 22 de agosto de 2010

Cómo enviar un artículo de opinión para el International Herald Tribune y NYTimes.com ' s Sección Opinión Global - Op -Ed - NYTimes.com

Cómo enviar un artículo de opinión para el International Herald Tribune y NYTimes.com ' s Sección Opinión Global - Op -Ed - NYTimes.com: "¿Cómo puedo enviar un artículo de opinión a las páginas de opinión del International Herald Tribune, incluyendo la sección de Opinión Global de NYTimes.com ?

El International Herald Tribune (IHT ) da la bienvenida a los artículos remitidos para su publicación en la sección de Opinión Global de NYTimes.com y las vistas de páginas de las ediciones impresas del IHT . Los artículos pueden ser sobre cualquier tema , de preferencia 650-800 palabras. Leemos todas las propuestas lo antes posible , y se comunicará con usted por correo electrónico en un plazo de 10 días si su artículo es probable que sea publicado. Si usted no ha oído hablar de nosotros dentro de 10 días , usted puede asumir que no son capaces de utilizar su artículo. No podemos acordar la publicación de un artículo hasta que no hayamos visto la versión final. No solemos publicar artículos que han aparecido en otras publicaciones en idioma Inglés , y en general se prefiere la exclusividad. En todos los casos , insistimos en que nos diga si un artículo haya sido publicado, o está a punto de publicarse , en cualquier idioma en otro sitio . Al presentar un artículo , por favor asegúrese de que incluye una forma de llegar , el lugar donde se escribió el artículo ( ' fecha límite ') y una breve descripción de lo que eres .

La mejor manera de enviarnos su artículo es por correo electrónico a opinion@iht.com.
También puede enviarlo por fax al : +331-4143-9332 .

Tan pronto como recibamos el artículo, le enviaremos una respuesta automática . Si creemos que tiene muchas posibilidades de ser publicada, le enviaremos un mensaje pidiendo un poco de información. Editamos todos los artículos para la longitud , la claridad y la coherencia de estilo, y vamos a escribir el título . Si la edición incluye los cambios de fondo, nos aseguraremos de que usted lo ve antes de que sea publicado. Pagamos una modestos honorarios para los artículos de opinión publicados , pero no a los funcionarios de gobierno o de otro cuyo trabajo consiste en representar a su organización.

Consejos para escribir un artículo de opinión :

Trate de aproximadamente 750 palabras, pero no estires el pensamiento . Si es perfecto en 400, grande, si se exige absolutamente 1.000 , vamos a tratar de acomodarlo.

• Abrir con un sentido claro de lo que estás escribiendo y por qué el lector debería preocuparse por él, luego continuar con un argumento contundente que conduce a una conclusión firme . Demasiado numerosos artículos dan una gran descripción del problema, pero luego se agotan en una conclusión débil que 'es hora de que 'alguien hace algo. Danos una visión de futuro y la solución original.

• Dicho esto , no hay fórmula fija . Nos gusta la innovación estilística.

• No espere demasiado tiempo. Noticias rápidamente se estropea .

• Recuerde que estamos leyendo la prensa internacional . Problemas con la recolección de basura locales son interesantes para nuestros lectores sólo si reflejan un problema más universal.

• cuidadosamente elegidos , los ejemplos concretos y anécdotas interponer un tema vivo para el lector. No trate de paquete de demasiados pensamientos en su ensayo. Un punto argumentado a fondo suele ser suficiente .

• Evite el lenguaje formal, los sentimientos justos y burocrático o jerga de reflexión . Usted está escribiendo para el lector general , que no puede conocer la diferencia entre UNMIK , la KFOR y Doha.

• Ser apasionado, por todos los medios , pero repuesto tu bar- sala de fiestas rave .

• Evite los lugares comunes como la peste.

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Adelante con la reforma a las regalías - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Adelante con la reforma a las regalías - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Adelante con la reforma a las regalías

Cuando en campaña el equipo del actual Presidente propuso una reforma del sistema de regalías, imaginé que, cuando tal iniciativa se presentara formalmente, los actuales beneficiarios de tales giros, es decir, los departamentos y municipios productores de recursos minero-energéticos, con discreción agacharían la cabeza, y en silencio permitirían que la sociedad colombiana examinara el uso de esos dineros y les diera un nuevo destino.

Imaginé tal cosa, pues supuse que tenían algo de decoro, y que en algún grado sentían vergüenza por el modo como hasta ahora se han ejecutado las regalías. Hoy, tras casi treinta años de haberse iniciado en Colombia los más grandes proyectos de explotación en petróleo y carbón; hoy, cuando El Cerrejón, Caño Limón y Cusiana no son novedades sino ya elementos de nuestra historia, produce la mayor tristeza constatar que los departamentos y municipios que han recibido multimillonarias regalías siguen, en su gran mayoría, agobiados por la pobreza, y en algunos casos incluso sufren la carencia de elementos indispensables para una vida decente como el agua potable.

No vale la pena repetir los más sonoros casos de exuberante despilfarro: ellos han sido ya denunciados por los medios. Baste con decir que, según informe publicado en EL TIEMPO (15 de agosto), hay un expediente con más de 24.000 irregularidades detectadas en el manejo de estos recursos. Se han conocido casos de corrupción, de desvío hacia grupos armados ilegales, de derroche, y de inversión en proyectos inútiles y extravagantes. El periodista Mauricio Gómez, en su excelente serie sobre las regiones de Colombia en CM&, mostró el caso de la construcción inconclusa de un hospital en Arauca, cuyos ascensores no tendrían espacio para transportar camillas. Abandonada, la construcción yace en ruinas.

Por todo lo anterior, me llevé una gran sorpresa al constatar la actitud combativa, llena de indignación, que han mostrado los beneficiarios de regalías ante el simple anuncio de la reforma. Como si su ejecución de los recursos fuera ejemplar, y como si sus departamentos y municipios fuesen hoy arquetipos de desarrollo humano, una cierta asociación de municipios petroleros (Ampet) advirtió que no permitirá 'un raponazo a las zonas productoras' ('Portafolio', 17 de agosto). La senadora del Meta Maritza Martínez dijo que la reforma no debe implicar 'despojo para los productores'.

Despojo es lo que han sufrido los habitantes de esos municipios y departamentos, esas personas cuyas necesidades siguen insatisfechas, cuya infraestructura es deficiente, y cuyos colegios son ruinosos. 'Raponazo' es lo que han sufrido esas regiones, opulentas en riqueza del subsuelo, pero incapaces en muchos casos de proporcionar a su población agua potable.

No cabe duda sobre la necesidad de esta reforma. Pero sea ella también la ocasión para aprender. Esa 'maldición de los recursos' que han experimentado las zonas productoras debe ser vista como un anuncio, aun cuando en exceso dramático, de lo que podría suceder a nivel nacional con el inminente aumento de los ingresos por minería y petróleo.

Hay allí también una moraleja sobre la descentralización: sobre cómo ese concepto debe asumirse de manera analítica, y no como aquel intocable dogma que muchos abanderaron en los años recientes, sin duda como reacción al extremo y fatal centralismo anterior. Examinada, caso por caso, la descentralización ha de considerarse por sus méritos y por la capacidad de los entes territoriales para asumirla con decencia y con eficacia.

Y quedaría por hacer una advertencia: es bienvenida la reforma de las regalías, siempre y cuando no se busque con ella aliviar el problema fiscal del Gobierno central. Tal cosa no sería más que una suerte de hipnosis, en medio de la cual omitiríamos la urgente tarea de equilibrar el ingreso público y de racionalizar el gasto.

La advertencia es válida por cuanto la tentación será grande: un déficit proyectado de 4,4 por ciento para 2010, creciente presión en pensiones, desplazamiento forzado, y salud; en fin, un panorama frente al cual resultaría tentador echar mano a la renta del subsuelo.

* Investigador del Instituto de Ciencia Política
Andrés Mejía Vergnaud*

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¿Un gobierno ambientalista? - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

¿Un gobierno ambientalista? - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "¿Un gobierno ambientalista?

'En un acto simbólico, con profundos significados trascendentes, los 'mamos' me entregaron un bastón de mando y un collar con cuatro piedras. Una representa la tierra, que debemos cuidar. Otra representa el agua, que es la fuente de la vida. Otra representa la naturaleza, con la que debemos estar en armonía. La cuarta representa el gobierno, que debe respetar el orden de la naturaleza y la voluntad del Creador. Tierra, agua, naturaleza y buen gobierno -esos símbolos preciados- harán parte integral de la administración que hoy comenzamos.' Estas palabras, con las que el presidente Santos inició su discurso de posesión y se refirió a la ceremonia a la que acudió con su familia en el gran templo de Seiyua, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en la mañana del 7 de agosto, le sirvieron para enmarcar y explicar el sentido y metas de su programa de gobierno.

Subrayó que 'un gran reto del nuevo Congreso será la aprobación, por fin, de la Ley de Ordenamiento Territorial que impulse la descentralización y desarrolle los derechos de las minorías étnicas consagrados en la Carta del 91', y que a 'nuestros niños les debemos también la obligación de velar, con responsabilidad, por la preservación de nuestro medio ambiente y por el futuro de nuestro planeta. Crearemos el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Agencia Nacional de Agua, para garantizar una mayor protección del agua y de nuestros recursos naturales'.

Quienes votamos por el Partido Verde debemos reconocer que, de haber llegado nuestro candidato a la Presidencia, difícilmente habríamos estado en una ceremonia y un discurso de posesión tan verde.

Para alcanzar sus objetivos, el presidente Santos deberá enfrentar complejos retos y dilemas. En efecto, en la Constitución de 1991 se consagró la más ambiciosa política para la protección de la diversidad cultural y la biodiversidad de nuestra historia, que ya para esa fecha había recibido un definitivo impulso del gobierno del presidente Barco. Los derechos a la identidad cultural y territorial de las minorías étnicas se concretan hoy en el hecho de que cerca del 36 por ciento del área continental del país sean resguardos indígenas y propiedades colectivas de las comunidades negras. Pero es una política que está profundamente amenazada como consecuencia del desplazamiento violento de estas comunidades, el asesinato de sus líderes, la minería ilegal, la usurpación de sus tierras y la destrucción de sus bosques por parte de paraempresarios y narcos. Vencer este conjunto de actos criminales contra las minorías étnicas y la integridad de sus territorios requerirá entonces mucho más que la Ley de Ordenamiento Territorial.

Y en todo el territorio nacional, incluyendo el marino, ¿cómo armonizará el nuevo gobierno el impulso de las grandes locomotoras que jalarán la prosperidad democrática, como son la minería, la infraestructura y el agro, con su política de protección ambiental anunciada el 7 de agosto? Estas locomotoras tomaron desde hace años el rumbo equivocado, como lo evidencian los graves y crecientes daños a nuestra riqueza en biodiversidad y agua que están dejando a su paso y que incluyen, entre otros, la escandalosa deforestación de 2'356.000 hectáreas registrada entre el 2000 y el 2007, recientemente revelada por el Ideam.

Recrear el Ministerio del Ambiente y anunciar como ministra designada a una reconocida ambientalista son medidas necesarias pero insuficientes. Ante todo se requiere que, bajo la batuta del Jefe del Estado, los ministerios de Agricultura, Minas y Hacienda y Planeación Nacional enrumben estas desbocadas locomotoras, siguiendo el principio según el cual 'el gobierno debe respetar el orden de la naturaleza', adoptado por el presidente Santos de los 'mamos'. De lo contrario, habríamos simplemente presenciado un chévere paseo presidencial a la Sierra coronado en la Plaza de Bolívar con un discurso de desenguayabe teñido de verde.
Manuel Rodríguez Becerra

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Son mejores las jodas que las odas - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Son mejores las jodas que las odas - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Son mejores las jodas que las odas

Es la crónica de una anulación anunciada. Cuando el gobierno de Álvaro Uribe pactó con Washington el montaje de bases militares en Colombia, numerosos abogados y comentaristas advirtieron que, al haber prescindido de la aprobación del Congreso y el control jurisdiccional, el acuerdo era un cadáver jurídico. La Corte Constitucional acaba de confirmarlo.

Temo que las mayorías oficiales lo resuciten en el Capitolio y perdamos así la histórica oportunidad de cerrar las bases con el más democrático de los pretextos, que es el régimen de Derecho. Pero lo importante es preguntarse cómo puede ser que un Presidente desoiga toda advertencia y firme un tratado anticonstitucional. La respuesta más probable es que nadie en la Casa de Nariño tuvo el valor de decírselo. Una placa en ese edificio transcribe la acertada frase de un prócer según la cual 'el mejor amigo del gobernante es quien le dice la verdad'. El temperamento napoleónico de Uribe necesitaba que se lo gritaran, no bastaba con tímidas miradas. Pero en torno a él solo florecían las sonrisas serviles y las voces de encomio.

Por falta de consejo o por sordera imperial, numerosas iniciativas se le cayeron al Gobierno en las cortes o salieron tijereteadas: el último decreto de conmoción interior, la Ley de Justicia y Paz, el Código Penal, el Estatuto de Desarrollo Rural (se negó tercamente a consultar a negros e indígenas) y aun el proceso de re-reelección, guiado a control remoto desde la Presidencia.

¿Quiénes asesoraban a Uribe, qué amigos verdaderos le cantaban la verdad? Pocos o ninguno. Lo rodeaban incondicionales y cortesanos. Todo se apoyaba en la popularidad que conquistaron la laboriosidad y el manejo de medios del Presidente y en su personalidad ('En su universo no hay sino un planeta rey: usted mismo', escribió Plinio Mendoza, uno de sus áulicos).

Ahora empiezan a reconocerse errores gordos del mandato pasado, como el de las bases. Era imposible no incurrir en ellos cuando alrededor del gobernante no existía un sistema de asesores capaz de llevarle la contraria y protegerlo, sino un coro fervoroso de aplausos. Pasarán a la historia nacional del sonrojo algunas páginas con las que lloraron la terminación del anterior gobierno cercanos adoradores suyos. Transcribo pocos fragmentos, pues la obra completa provoca náuseas:

Armando Benedetti: 'Puede decirse sin exageraciones que Álvaro Uribe Vélez es un fenómeno universal de opinión pública literalmente irrepetible'.

Ernesto Yahmure: 'Culmina el mejor período presidencial de la historia de Colombia... La democracia ha dicho que era necesario un relevo en el poder. Aceptamos el veredicto y con el corazón compungido le decimos que lo vamos a extrañar. Difícilmente alguien podrá ser más querido y respetado por su pueblo'.

José Obdulio Gaviria: 'Finaliza la Presidencia más larga, enjundiosa, brillante y fructífera de nuestra historia. La Providencia nos regaló una inteligencia superior; un guía providencial para dirigir a su pueblo en la travesía del desierto... ¡Qué orgullo haber acompañado al presidente Uribe en su gestión; qué honor participar en la formulación de las bases históricas e ideológicas del cuerpo de doctrina que guio la esplendorosa transformación vivida por Colombia!'.

Fernando Londoño Hoyos: 'Como hombre de guerra ha sido inmaculado y como hombre de gobierno no tiene tacha... Su inteligencia es a veces ofuscante, desmedida, sin concesiones ni parcelas... Su memoria es desconcertante... Su fama crecerá 'como la sombra cuando el sol declina'... Parece nacido de la raza de los titanes. Es humanamente inexplicable. Otro como él no volverá'.

Leyendo estos textos se convence uno de que el mayor mérito de Uribe fue haber gobernado en medio de tanta lambonería. Lo que no advirtieron los corifeos es que de titán a Titanic solo hay dos letras, y por eso se les hundieron tantos proyectos. Espero que sea cierto aquello de que el susodicho es 'irrepetible' y que 'otro como él no volverá'.

Señores gobernantes: desconfíen de los aduladores. Estimulen la franqueza. Busquen contradictores. Agradezcan más las jodas que las odas.

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Son mejores las jodas que las odas - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Son mejores las jodas que las odas

Es la crónica de una anulación anunciada. Cuando el gobierno de Álvaro Uribe pactó con Washington el montaje de bases militares en Colombia, numerosos abogados y comentaristas advirtieron que, al haber prescindido de la aprobación del Congreso y el control jurisdiccional, el acuerdo era un cadáver jurídico. La Corte Constitucional acaba de confirmarlo.

Temo que las mayorías oficiales lo resuciten en el Capitolio y perdamos así la histórica oportunidad de cerrar las bases con el más democrático de los pretextos, que es el régimen de Derecho. Pero lo importante es preguntarse cómo puede ser que un Presidente desoiga toda advertencia y firme un tratado anticonstitucional. La respuesta más probable es que nadie en la Casa de Nariño tuvo el valor de decírselo. Una placa en ese edificio transcribe la acertada frase de un prócer según la cual 'el mejor amigo del gobernante es quien le dice la verdad'. El temperamento napoleónico de Uribe necesitaba que se lo gritaran, no bastaba con tímidas miradas. Pero en torno a él solo florecían las sonrisas serviles y las voces de encomio.

Por falta de consejo o por sordera imperial, numerosas iniciativas se le cayeron al Gobierno en las cortes o salieron tijereteadas: el último decreto de conmoción interior, la Ley de Justicia y Paz, el Código Penal, el Estatuto de Desarrollo Rural (se negó tercamente a consultar a negros e indígenas) y aun el proceso de re-reelección, guiado a control remoto desde la Presidencia.

¿Quiénes asesoraban a Uribe, qué amigos verdaderos le cantaban la verdad? Pocos o ninguno. Lo rodeaban incondicionales y cortesanos. Todo se apoyaba en la popularidad que conquistaron la laboriosidad y el manejo de medios del Presidente y en su personalidad ('En su universo no hay sino un planeta rey: usted mismo', escribió Plinio Mendoza, uno de sus áulicos).

Ahora empiezan a reconocerse errores gordos del mandato pasado, como el de las bases. Era imposible no incurrir en ellos cuando alrededor del gobernante no existía un sistema de asesores capaz de llevarle la contraria y protegerlo, sino un coro fervoroso de aplausos. Pasarán a la historia nacional del sonrojo algunas páginas con las que lloraron la terminación del anterior gobierno cercanos adoradores suyos. Transcribo pocos fragmentos, pues la obra completa provoca náuseas:

Armando Benedetti: 'Puede decirse sin exageraciones que Álvaro Uribe Vélez es un fenómeno universal de opinión pública literalmente irrepetible'.

Ernesto Yahmure: 'Culmina el mejor período presidencial de la historia de Colombia... La democracia ha dicho que era necesario un relevo en el poder. Aceptamos el veredicto y con el corazón compungido le decimos que lo vamos a extrañar. Difícilmente alguien podrá ser más querido y respetado por su pueblo'.

José Obdulio Gaviria: 'Finaliza la Presidencia más larga, enjundiosa, brillante y fructífera de nuestra historia. La Providencia nos regaló una inteligencia superior; un guía providencial para dirigir a su pueblo en la travesía del desierto... ¡Qué orgullo haber acompañado al presidente Uribe en su gestión; qué honor participar en la formulación de las bases históricas e ideológicas del cuerpo de doctrina que guio la esplendorosa transformación vivida por Colombia!'.

Fernando Londoño Hoyos: 'Como hombre de guerra ha sido inmaculado y como hombre de gobierno no tiene tacha... Su inteligencia es a veces ofuscante, desmedida, sin concesiones ni parcelas... Su memoria es desconcertante... Su fama crecerá 'como la sombra cuando el sol declina'... Parece nacido de la raza de los titanes. Es humanamente inexplicable. Otro como él no volverá'.

Leyendo estos textos se convence uno de que el mayor mérito de Uribe fue haber gobernado en medio de tanta lambonería. Lo que no advirtieron los corifeos es que de titán a Titanic solo hay dos letras, y por eso se les hundieron tantos proyectos. Espero que sea cierto aquello de que el susodicho es 'irrepetible' y que 'otro como él no volverá'.

Señores gobernantes: desconfíen de los aduladores. Estimulen la franqueza. Busquen contradictores. Agradezcan más las jodas que las odas.

Desde hace varios años, el autor del texto recibe comentarios a su columna en cambalache@mail.ddnet.es
Daniel Samper Pizano

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Cultura del manoseo | ELESPECTADOR.COM

Cultura del manoseo | ELESPECTADOR.COM: "Notas de buhardilla
Cultura del manoseo

Por: Ramiro Bejarano Guzmán

¿QUÉ HACÍAN DOS MINISTROS DE EStado de visita en la Corte Constitucional, una hora antes de que definiera la constitucionalidad de las bases militares de los Estados Unidos?

Los funcionarios dirán que fueron simplemente a informar a los magistrados sobre el alcance del acuerdo con los americanos y no a exigir que se profiriera sentencia favorable. Aunque ese haya sido el tono de la visita y a pesar de que el Gobierno perdió el pleito, lo cierto es que la actitud de quien concurre a un despacho judicial a hablarle privadamente a su juez de la causa en la que tiene interés, así no le plantee sugerencia alguna acerca del sentido de su decisión, incurre en una imprudencia grande.

Seguramente a Hillary Clinton no se le ocurriría presentarse ante la respetada Corte americana, en la antesala de una decisión en la que su cartera tenga interés. Allá debe de haber otros mecanismos, como los hay en Colombia, para que los funcionarios expresen legítimamente sus opiniones o formulen sus solicitudes sobre un asunto pendiente de decisión judicial, que por supuesto no pueden ser las visitas personalizadas.

La costumbre de abordar por teléfono o en su oficina a los jueces, para tocarles los negocios en los que intervienen, es otra mala herencia de la seguridad democrática. Con el cuento de que hay que actuar sin hipocresía, se patentó el manoseo a la justicia. Pero si en esto también se equivocó el gobierno anterior, no menos aquellos magistrados que se dejaron alcanzar en su pedestal para que el poder les hablara al oído.

Fueron muchas las señales que el anterior mandatario dio acerca de su método de abordar como fuera a los jueces. No lo digo solamente por haber coronado la audacia de hacer magistrados de la Corte Constitucional a quien fuera su Secretario Jurídico y a uno de sus más cercanos aliados políticos, en su orden, Mauricio González y Jorge Pretelt, quienes en el desempeño de sus cargos no han dejado duda alguna de dónde proceden. Hace apenas un mes, González —a pesar de ser Vicepresidente— no fue capaz siquiera de leer el comunicado en el que la Corporación que preside protestó por los ultrajes presidenciales al magistrado Yesid Ramírez. Resultó notorio el culillo de enfrentar a su jefe.

Tan protuberante fue el sello de ese estilo abusivo de relacionarse con los hombres de la justicia, que el entonces jefe de Estado irrumpió en una sesión del Consejo Nacional Electoral, cuando decidía un asunto de su interés. Ese mal ejemplo cundió, pues la saliente ministra de Cultura, Paula Marcela Moreno, tuvo el arrojo de llamar a un magistrado para hablarle de una tutela que estaba a su despacho, y claro, el enhiesto funcionario con decencia y firmeza, la mandó al lugar adecuado. Lo mismo hizo el anterior Secretario Jurídico de la Presidencia, Edmundo del Castillo, quien un buen día llegó a la Corte Suprema, precisamente cuando se iban a tomar determinaciones sensibles para el régimen.

El gobierno de Santos arrancó bien al dar muestras de reconciliación con las Cortes, relaciones pulverizadas en el gobierno anterior desde el mismo instante en el que nombraron ministro de Justicia al indelicado “Héroe de Invercolsa”, Fernando Londoño. Por eso haría bien el Presidente en instruir a todos sus ministros para que no incurran en el disparate de pretender hablar de sus pleitos con sus jueces, ni siquiera de generar sospechas. Naturalmente los togados también pueden contribuir a ese buen clima, si se amarran los pantalones cuando alguien se atreva. Por allí comienza la independencia y la autonomía.

Adenda. Raro tanto nombramiento del Procurador goterero, Alejandro Ordóñez. Ojalá ese festín burocrático no tenga por finalidad aquerenciarse con quienes tienen la responsabilidad de juzgar sus faltas.

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Humor: Cuba: dos pasos atrás; ninguno adelante | ELESPECTADOR.COM

Cuba: dos pasos atrás; ninguno adelante | ELESPECTADOR.COM: "Cuba: dos pasos atrás; ninguno adelante

Por: Mauricio Botero Caicedo

“Huid del país donde uno solo ejerza el poder; es un país de esclavos” Simón Bolívar, 2 de enero de 1814.

LA SENTENCIA DE BOLÍVAR ES INOBjetable, con la única excepción de que en Cuba no es uno solo el que ejerce el poder, sino dos. Los inefables hermanos Castro Ruz, según Montaner, “son personajes absolutamente mesiánicos, sin vestigios de prudencia ni sentido del límite, y que tienen una visión delirante de la historia y de la realidad política planetaria”.

Aparte de ser un país de esclavos, Cuba probablemente es el mayor ejemplo del fracaso político, económico, y social del comunismo. Los hermanos Castro convirtieron a Cuba en una nación empobrecida, hambreada y sin esperanzas. En sus épocas de gloria, Cuba tuvo 156 ingenios que producían 8,1 millones de toneladas de azúcar. Hoy, 44 factorías no llegan al millón de toneladas, reconociendo oficialmente el gobierno que están en los mismos niveles que en 1905. Es decir, el comunismo ha hecho retroceder a los cubanos 105 años. Cuba, que a principios del siglo pasado era autosuficiente, hoy tiene que importar el 70% de sus necesidades alimentarias. En los últimos 51 años lo que los Castro han dado son dos pasos atrás, ninguno adelante.

Sobre Cuba, la mientología marxista ha tejido tres mitos, los tres tan bien urdidos como espurios y fraudulentos:

- Mito No. 1: Cuba es pobre porque durante los últimos 50 años ha sufrido un bloqueo por parte de Estados Unidos.

Realidad: Lejos de existir un “bloqueo” (Cuba mantiene relaciones comerciales con el 99% de los países del mundo) lo único que ocurre es una suspensión unilateral del flujo comercial con Estados Unidos. Lo que los gringos han hecho es exactamente lo mismo que Chávez hace con Colombia, pero nadie argumenta que Colombia sufre un “bloqueo” sólo por el hecho de tener suspendidos los flujos comerciales con Venezuela. Cuba, no nos digamos mentiras, no genera divisas para cubrir sus necesidades básicas. Dependiendo de la caridad para sobrevivir, los Castro convirtieron la isla en una sociedad mendicante.

- Mito No. 2: El óptimo nivel de educación es uno de los grandes logros de la Revolución castrista.

Realidad: Que hay alfabetización universal en Cuba, nadie lo discute. Pero aparte de enseñarles a leer y escribir, la educación en Cuba es mediocre y circunscrita a un pénsum arcaico y sin vigencia alguna. Entrando en la segunda década del siglo XXI, en Cuba la libertad de información sigue siendo coartada y el acceso a internet estrictamente limitado a la ‘nomenclatura’; y sólo un mamerto despistado argumentaría que hoy Cuba tiene un adecuado y moderno nivel de educación. Adicionalmente está científicamente comprobado que las lecturas de los discursos de Fidel y los libros de Eduardo Galeano, ambas obligatorias en las escuelas cubanas, pueden causar irreversibles daños cerebrales.

- Mito No. 3: La salud en Cuba, además de ser gratuita, es de excelente calidad.

Realidad: Con excepción de algunos males menores como la gripa, no es prudente enfermarse en Cuba. No sólo los hospitales carecen de infraestructura, insumos y tecnología, sino que todo médico y enfermera competente sigue abandonando masivamente la isla vía Venezuela.

La última farsa de Fidel es el considerar un “disparate” y un “absurdo” que hayan nombrado a Uribe vicepresidente de la comisión que investiga el ataque israelí a una flotilla. Lo que sí es sospechoso es que las declaraciones del fósil vengan inmediatamente después de una larga entrevista con la senadora Piedad Córdoba, “Teodora”. Si hay alguien responsable del deterioro de las relaciones entre Venezuela y Colombia, es esta nefasta mujer que envenenó al sátrapa venezolano en contra nuestra. Hoy, “Teodora” pretende repetir en Cuba lo que con inocultable éxito logró en Venezuela.

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Mauricio Botero Caicedo



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Obras son amores, no buenas razones | ELESPECTADOR.COM

Obras son amores, no buenas razones | ELESPECTADOR.COM: "Obras son amores, no buenas razones

Por: María Elvira Samper

EL ESCENARIO DE UN GOBIERNO CON todos los recursos del poder, abrumadoras mayorías parlamentarias y una oposición disminuida y sin marco legal para el ejercicio de sus derechos es tan poco democrático que, tal vez por eso, recién elegido, Santos dio las primeras señales de que el comportamiento de su gobierno con sus contradictores iba a ser diametralmente opuesto al de su antecesor.

Uribe gobernó contra la oposición e hizo lo que estuvo a su alcance para reducirla y desacreditarla. Su discurso macartizador –aliados de la guerrilla, enemigos de la Patria, comunistas disfrazados…– caló tanto, que muchos se tragaron el cuento de que opositores y Farc eran prácticamente harina del mismo costal.

Santos, por el contrario, ofrece gobernar respetando a sus contradictores y ha dado pasos en esa dirección: reunión con el ex candidato del Polo, Gustavo Petro –desautorizado por su partido– de quien acogió las propuestas sobre tierra y víctimas, e incluyó en la agenda legislativa, y el encuentro del ministro del Interior, Germán Vargas, con la cúpula del Polo –el único partido en abierta oposición al Gobierno– para oír su memorial de agravios y proponer un trabajo conjunto para sacar el Estatuto de la Oposición, intención que ratificó cuando, en el debate citado por ese partido, pidió al Senado asumir sin miedo la discusión sobre las garantías para la oposición.

En los países democráticos, la oposición como derecho legítimo y parte del juego político pacífico y normal no se discute y, en general, la propia Constitución es el estatuto de la oposición. En Colombia, donde la oposición ha tenido que transitar por caminos tortuosos y según las diferentes circunstancias históricas, políticas y sociales ha sido asociada o con sectarismo o con guerrilla, los constituyentes del 91 debieron consagrar en forma específica el Estatuto en la nueva Carta Política (Capítulo III, artículo 112), que estableció que una ley estatutaria debía reglamentar “íntegramente la materia”. Han pasado 19 años y la tarea sigue pendiente. El último intento fue saboteado por el uribismo en 2004 para dejar la campaña reeleccionista en amplia e indebida ventaja.

El nuevo gobierno, aunque de estirpe uribista, promete enmendar la plana pero, como dice el refrán, “obras son amores y no buenas razones”. Hay hechos que contradicen las buenas intenciones: la ratificación del director del DAS, comprometido en la destrucción de documentos sobre las operaciones ilegales contra miembros de la oposición; la manguala de la coalición de la “unidad nacional” que impidió al Polo hacer parte de la Comisión de Acusaciones con el socorrido argumento leguleyo de la cifra repartidora, y la segura exclusión del Polo del Consejo Nacional Electoral, con argumento similar. De remate, la elección de la contralora Sandra Morelli mostró el poder de la aplanadora oficialista.

Ojalá el Presidente, que parece haber recuperado algo de su talante liberal, recordara y les recordara a sus huestes lo que, tras la tragedia del Palacio de Justicia, dijo Virgilio Barco, entonces candidato presidencial y jefe del Partido Liberal: “Un buen gobierno está compuesto por dos elementos inseparables: lo que ese gobierno ofrece y hace desde la cima del poder y lo que no le permite hacer la oposición desde la llanura. (…) la oposición es el gran servicio público a la democracia y quizás el más importante de todos”. Pero se trata también de que ésta sea responsable y actúe en forma constructiva, que vigile y contribuya al desarrrollo de las instituciones, que no haga oposición por el prurito de oponerse. Porque la oposicion cerrera y ciega lo que hace es alimentar los más bajos instintos de la reacción.

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María Elvira Samper

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¿De dónde proviene la grandeza? | ELESPECTADOR.COM

¿De dónde proviene la grandeza? | ELESPECTADOR.COM: "Terapia
¿De dónde proviene la grandeza?

Por: María Antonieta Solórzano

Todos podemos entender el significado de la frase bíblica: 'Por sus actos los conoceréis'.

Aunque lo que somos, para bien o para mal, se evidencia en nuestros comportamientos, éstos provienen de las creencias y los valores con los que nos identificamos. Así que la distancia que existe entre un impulso y un acto es un camino habitado por los valores.

Por ejemplo, quien cree en el perdón y en el amor intentará que su dolor o su sufrimiento lo lleven lejos de las acciones de venganza. Una joven que había sufrido una violación en una condición de secuestro, mientras su madre amenazada de muerte era obligada a observar, decía: “Todo esto quiero dejarlo en el pasado, mi madre y yo nos merecemos un futuro en el que nada nos recuerde este hecho. Lo común sería querer la venganza, pero lo que tiene sentido es recuperar nuestra vida”.

En la otra cara de la moneda están aquellos, como los secuestradores, para quienes tener el poder de subyugar a otros es su motivación y actúan quizá bajo el lema de: “Yo valgo porque soy el que manda, se hace mi voluntad y nadie se opone”. Sus vidas comienzan siendo los matones del colegio o perteneciendo al grupo de secuaces y avanzan con determinación hacia alguna forma de dictadura pública o privada.

Para quienes participan de estas creencias, en su versión más civilizada, un desacuerdo es una ofensa que autoriza una acción de sometimiento como el castigo en el aula de clase. O en la versión más aterradora, autoriza los genocidios y las matanzas en las que se despliegan niveles de crueldad inenarrables.

La elección que cada uno de nosotros hace frente al manejo de la adversidad marca una diferencia en la calidad de vida presente y futura. Si decidimos creer que la vida es una lucha por la supervivencia del más fuerte, veremos, mientras el planeta aguante, una historia en la que la devastación, la injusticia social, la crueldad y la muerte estarán a la orden del día.

Si en cambio optamos por considerar que la vida es una co-creación en la que la vida del planeta y la de cada ser humano es sagrada, podremos saber que la conservación del medio ambiente, la equidad social y la benignidad estarán en la cotidianidad.

Sin embargo, para hacer de estos valores una realidad tendremos que usar nuestro coraje y grandeza para olvidar aquello que calificamos como ofensa; toda la fortaleza y la capacidad de trabajo para reconstruir lo que hasta ahora ha sido devastado; toda la confianza, la creatividad y la serenidad para sembrar una forma de vida cuyos frutos recogerán las generaciones siguientes y a nosotros nos permitirá ser conocidos por la vocación de servicio a los otros, lo cual, por supuesto, tiene sentido.

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María Antonieta Solórzano

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