lunes, 28 de febrero de 2011

Contra la corrupción | ELESPECTADOR.COM

Contra la corrupción | ELESPECTADOR.COM: "Contra la corrupción

Por: Santiago Montenegro

EL PAÍS HA SIDO TESTIGO DE UNA asombrosa cantidad de fallos y denuncias de corrupción como la destitución del contralor de Bogotá y su inhabilidad y la del exparlamentario Olano para ejercer cargos públicos; el carrusel de pensiones de los magistrados del Consejo Superior de la Judicatura, los informes de Mauricio Gómez en CM& sobre el despilfarro de la regalías, entre otros.

Pero tanto o más grave, es que nadie sabe qué hacer más allá de pronunciamientos generales y vagos para fortalecer la justicia, vigorizar los sistemas de investigación y las veedurías ciudadanas o imponer penas ejemplares.

En el corazón de la corrupción están unas inmensas asimetrías de información entre los infractores de los contratos y quienes los suscriben y aprueban a nombre de la comunidad. Los que infringen los contratos saben que la probabilidad de que el incumplimiento se detecte es baja o estiman que su conocimiento se dará después de mucho tiempo, el suficiente para que prescriban los procesos o para estar ya fugitivos. No exclusivamente, pero buena parte de la corrupción se genera en la ejecución de los proyectos. Por supuesto que muchas veces los problemas comienzan desde las convocatorias, los concursos, las subastas y los proceso de adjudicación, pero, aun si todo lo anterior se hace bien, los incumplimientos, los robos y también las renegociaciones injustificadas se dan en la ejecución. Y todo esto sucede por la opacidad existente. No existen en Colombia sistemas de información que nos señalen en tiempo real y en forma automática, además de los presupuestos, cómo van los desembolsos, sus fuentes de financiación, los montos comprometidos y los ejecutados, el avance físico de las obras frente a los cronogramas. Pero quizá aún más grave: los organismos de control realizan su labor, no por proyectos de inversión —que por lo general involucran muchas entidades y agencias—, sino por organismo, ministerio o departamento administrativo y se concentran más en los gastos recurrentes que en los de inversión.

¿Qué hacer, entonces? Muy simple: implementar sistemas de información fiscal y financiera como los que existen en Perú. Para poder comprometer un gasto, lo que allá llaman abrir un pliego, sólo se puede hacer por medio del sistema de información, que tiene dos características: es público y está en tiempo real en internet. Es decir, además de apertura del pliego, todas las transacciones que tienen que ver con el gasto, sus fuentes de financiación, el sector donde se realiza, su lugar geográfico, la entidad que la efectúa, todas esas novedades se tienen que procesar y registrar en el sistema de información y las puede ver cualquier ciudadano en Perú o en cualquier parte del mundo. Allí se puede hacer seguimiento desde la cifra más agregada de todo el presupuesto nacional, hasta las de las entidades más pequeñas, como un hospital o un colegio, tanto para los llamados gastos recurrentes como para los proyectos de inversión. Y la información está actualizada al día anterior. La buena noticia es que en Colombia ya tenemos algunos elementos de un sistema semejante —el SIIF de Hacienda y el SUIFP del DNP—, lo que falta es hacerlos públicos en la web, completarlos con la totalidad de las entidades, con todo tipo de gasto y adecuarlos a formatos que le sirvan a las entidades de control. Esta es una idea concreta que debería implementarse a la brevedad.

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Guerra, propaganda y los límites del Estado | ELESPECTADOR.COM

Guerra, propaganda y los límites del Estado | ELESPECTADOR.COM: "Guerra, propaganda y los límites del Estado

Por: Elespectador.com

EN TANTO QUE DE AHÍ PROVIENE SU respaldo, la opinión pública es algo que ni al Estado ni a los grupos subversivos les conviene descuidar en un conflicto como el que vive Colombia. La propaganda, es claro, tiene un papel ineludible en él.

No en vano las Farc han acudido siempre a instancias nacionales e internacionales vendiendo la idea de que las guerrillas son víctimas y no victimarios, ni en vano insiste a diario el Gobierno que con quien lidia es, en realidad, con terroristas. Atacar la legitimidad del oponente, o cuestionar su fuerza y unidad, es un objetivo estratégico, como lo es reafirmarle al amplio público las virtudes propias. Sin embargo, aunque el instrumento sea el mismo para ambos, las reglas, por fortuna, no lo son y el Estado, a diferencia de las fuerzas ilegales, no puede engañar a quien le sirve. La verdad, por razones de seguridad, puede demorarse, incluso parcializarse, pero en ningún caso puede retorcerse para, sirviéndole al prestigio militar, tergiversar ante la opinión pública cuánto hubo de real.

Desde 2008 se rumoró que la ‘Operación Jaque’ no había sido tanto un rescate como una liberación producto de un acuerdo con alias César, en el que además del exilio en Francia de él y su compañera se le había ofrecido un cuantioso pago. Los rumores se opacaron y en medio de bombos y platillos la ‘Operación Jaque’ se consolidó como el ejemplo resplandeciente de la superioridad de la Fuerza Pública sobre la insurgencia. Por Wikileaks hemos conocido esta semana, sin embargo, que en un cable enviado meses antes del operativo militar, la embajada estadounidense habló de las conversaciones entre la Iglesia, el Gobierno y César para lograr la liberación de Íngrid Betancourt a cambio de ciertos beneficios. No por ello, claro está, la ‘Operación Jaque’ deja de ser brillante. Lo que resulta cuestionable es que se hubiese presentado con medias verdades a una ciudadanía alborozada. ¿Había necesidad? ¿Hubiera perdido su impacto? Claro que no.

Otra bofetada a la ciudadanía es la que todo indica fue una falsa desmovilización del frente Cacique La Gaitana en 2006. El 7 de marzo de ese año, al parecer, en lugar de darse la desmovilización más grande de un grupo de las Farc, lo que se vio fue a vagabundos recién reclutados, frescos y estrenando uniformes, bajo el mando de Olivo Saldaña, quien había desertado del grupo guerrillero dos años antes y desde entonces se encontraba condenado por rebelión. A pesar de los 19 procesos judiciales en su contra, se le concedieron beneficios al punto que con sus compañeros conformó una ONG, la cual recibió, según se ha dicho esta semana, dineros públicos y donaciones internacionales. Este episodio, de cuya verdad dudaron los medios de comunicación en su momento y, de acuerdo con los cables de Wikileaks, también la embajada americana que estuvo presente en la ceremonia, ha sido denunciado por los mismos desmovilizados y la investigación de la Fiscalía comienza a ofrecer conclusiones.

Sobre estos dos triunfos emblemáticos del Gobierno contra las Farc, cierto es, es más lo que se especula que lo que se sabe a ciencia cierta, pero de comprobarse los ríos de información que se están destapando, la credibilidad ganada por el Estado queda comprometida. La propaganda no es de suyo un problema: los logros sí se pueden magnificar al punto de volverlos hitos. Pero transgredir los límites morales hasta llegar al engaño no hace sino arruinar la credibilidad del mensaje oficial. La sociedad colombiana está claramente del lado de las instituciones y flaco favor se le hace a ese compromiso cuando se acude a los malabares de la manipulación para ganar aplausos pasajeros.

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