jueves, 2 de septiembre de 2010

Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM:

"Ex presidente Uribe: pacifista y humanitario

El ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, por estos días, se encuentra participando como vicepresidente de la comisión que nombró el Consejo de Seguridad de la ONU, para investigar los hechos que rodearon el ataque militar israelí contra la caravana marítima humanitaria que buscaba romper el bloqueo de la franja de Gaza, llevando alimentos y medicinas, en el cual murieron 9 civiles inermes, en aguas internacionales.

Mientras en Colombia algunos medios de opinión manifestaron que la designación fue el premio que el Secretario General de la ONU le otorgó al ex presidente en reconocimiento a la excelente gestión realizada en contra de los terroristas de las Farc, y otros sostenían que el nombramiento constituía un homenaje y una exaltación de Ban Ki-moon al pueblo colombiano, de la cual deberíamos estar orgullosos, en el ámbito diplomático mundial se supo que el nombramiento del ex mandatario colombiano fue una condición impuesta por el gobierno israelí al momento de aceptar la creación de esa comisión, en el seno del Consejo de Seguridad.

La comisión está integrada por 4 personalidades, presidida por el ex primer ministro de Nueva Zelanda, Geoffrey Palmer, con la vicepresidencia del colombiano, un comisionado de Israel y otro de Turquía, que es la contraparte que pide indemnización por el ataque a un barco civil con emblemas humanitarios en aguas internacionales.

Para muchos analistas internacionales y para algunas cancillerías, con el nombramiento de una comisión donde el Estado agresor impone dos comisionados de cuatro, se rompe la imparcialidad y la credibilidad, dando como resultado que su concepto de antemano se presume ilegítimo o, en el mejor de los casos, vano e inútil.

Adicionalmente, medios de comunicación de Turquía, del mundo árabe y muchos europeos resaltaron la presencia del ex presidente colombiano en esa comisión como un acto de provocación de Israel, porque el colombiano se enorgullece públicamente de haberle dado la orden al Ejército de su país de bombardear en un país vecino, lo que lo convierte uno de los operadores de la doctrina de la 'guerra preventiva' liderada por los neoconservadores estadounidenses. Recordemos que bajo esta doctrina se realizó el ataque a Irak en busca de unas armas químicas inexistentes, que la convirtieron en una guerra ilegítima y vergonzosa para los países de la llamada coalición. Otro argumento esgrimido en los medios europeos en contra de la participación del ex mandatario colombiano fue el de que en la famosa 'operación Jaque' se utilizaron de manera indebida los mismos emblemas de organismos internacionales humanitarios, que fueron violados por el comando israelí el pasado 31 de mayo al momento del ataque contra el 'Mavi Marmara', embarcación civil de bandera turca.

Sobre esta designación, los medios se preguntan cuál es la postura de Washington, pues en el gobierno republicano, al que también abiertamente apoyó en el debate electoral el entonces presidente Uribe, contaría con todo el apoyo y reconocimiento. No está claro si en el gobierno de los demócratas, liderado por el Premio Nobel de Paz, el ex presidente colombiano mantiene el respaldo de la Casa Blanca. También se preguntan qué opinión tienen los gobiernos del vecindario (Unasur) sobre la participación del ex mandatario colombiano en esa comisión de la ONU.

Lo que está claro es que en el mundo diplomático y en la opinión mundial existe una gran expectativa por conocer el contenido del informe, sus tesis y argumentos, así como los detalles de cómo se comportó cada uno de los actores. En Colombia no se ha hecho un despliegue destacado sobre la participación del ex presidente en tan importante escenario, ¿por qué será?

* Analista político - Director Ejecutivo Instituto de Pensamiento Étnico, Social y Político, IPESP.

Miguel Antonio Galvis*

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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ahorrar, gastar y malgastar - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Ahorrar, gastar y malgastar - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM:

"Ahorrar, gastar y malgastar

Aunque en el cristianismo primitivo la riqueza fue mal vista, la imagen negativa del rico ha cambiado mucho. Por supuesto, todavía algunos creen, como Diego de Estella en el siglo XVIII, que los pobres no solo heredarán el cielo sino que disfrutan más esta vida terrena, pues encuentran en sus 'pobres manjares' un placer que escapa a los ahítos propietarios de la riqueza. Pero son más los que creen que es mejor ser rico que pobre, como decía la millonaria Gertrud Stein, antes de que algún pobre robara la frase.

La única riqueza aceptable tenía que salir del esfuerzo, el trabajo y el sacrificio, y el que tenía dinero debía redimir su pecado original entregando todo a los pobres, o, como hacen los millonarios gringos, a algunas fundaciones humanitarias. Dejar la riqueza a herederos que no la crearon produce la catástrofe. Thomas Mann escribió Los Buddenbrook para mostrar cómo, después de que las primeras generaciones de empresarios hacían su fortuna con dedicación y austeridad, los sucesores terminaban en especulaciones ruinosas o usando la fortuna para hacer alarde y presunción. Uno creería estar leyendo la historia de Antioquia en el siglo XX, de los primeros arrieros a los patrones del consumo conspicuo.

Por supuesto, los ricos siempre creyeron que el dinero era más dañino para los pobres, y en la misma Antioquia no faltaron expertos que se oponían a subir los salarios a los obreros porque se los gastarían en aguardiente, con daño para sus familias y sus almas.

Este tipo de moralismo se aplicó también a las naciones: los holandeses se convirtieron en el siglo XVII en el país más rico del mundo a punta de comercio, y sus negociantes, que se dedicaron a apoyar el arte, a vivir bien y a ayudar a los pobres, no lograron escapar de la 'vergüenza de sus riquezas', como la llamó el historiador Simon Schama. Tres siglos después, la imprevista riqueza del petróleo, nos dicen los economistas, acabó, como si fueran venezolanos, con su industria y su voluntad de trabajo.

La idea de que la riqueza que no viene del trabajo no sirve es vieja entre nosotros y se aplicó pronto contra las bonanzas mineras. El primer tratado de economía que se publicó en Colombia, escrito en 1823, sostuvo, en una temprana crítica a la enfermedad holandesa, que la minería, al pagar todo lo que se importaba, estaba destruyendo la agricultura e industria y hacía que la población viviera 'en la indolencia o en la miseria. ¿Si la República no poseyese los metales preciosos no comería, bebería o se vestiría? Los comerciantes buscarían con qué pagar el consumo y no teniendo oro, harían florecer la agricultura y cada provincia estaría llena de industria y cada individuo se encontraría ocupado'.

Ahora parece que estamos otra vez a punto de sufrir los males de la riqueza, y frente a este peligro los economistas no se ponen de acuerdo. ¿Debemos ahorrar lo que nos llegue, eliminar el déficit del Estado y pagar nuestras deudas, para que el ingreso imprevisto no valorice el peso y se acaben nuestras exportaciones? ¿O será mejor gastar lo que llegue, para estimular la economía, crear empleo, cumplir con los sueños aplazados y darles casa a todas las familias y computador a todos los niños?
En esto, lo mejor es no perder la calma y aplicar el sentido común: pagar las deudas que más aprieten, reducir el déficit y gastar sobre todo en lo que nos ayude a ser más productivos en el futuro. En los últimos años, sin mucho dinero, nuestro Estado se dedicó al derroche, a los elefantes blancos, a las obras públicas sobredimensionadas o innecesarias, al gasto público suntuario, a la divulgación grandiosa de sus obras.

Ahora que parece que habrá plata, sería ideal una administración más austera, que no malgaste pero que gaste en lo que el mercado no apoya bien, pues funciona solo a largo plazo: la educación, la defensa del medio ambiente y el desarrollo científico.

www.jorgeorlandomelo.com.co

Jorge Orlando Melo

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domingo, 29 de agosto de 2010

A la caza del Pacífico | ELESPECTADOR.COM

A la caza del Pacífico | ELESPECTADOR.COM: "A la caza del Pacífico

Por: Alfredo Molano Bravo

COLOMBIA VIVIÓ SIEMPRE MIRANDO al norte por el Atlántico. El sur y el oriente sólo existían en los textos de geografía, hasta cuando Barco (1986-1990) se pilló que China, India, Japón y Corea tenían futuro; descubrió que Colombia quedaba en la cuenca del Pacífico, y propuso desarrollarnos en esa dirección bajo el lema “menos ocio y más negocio”.

Dieron entonces la largada: explotación forestal y minera, construcción de puertos de aguas profundas, autopistas, hidrovías, ferrocarriles, canales interoceánicos, aeropuertos, bases navales, batallones. En el bajo Atrato, las motosierras de Pizano S. A., que estaban acabando con los cativales, hicieron eco del llamado y exigieron que se les concesionara también el medio Atrato. En el bajo Calima, Cartón de Colombia, que había peluqueado literalmente las selvas de la zona, pedía ampliación de los favores recibidos. A las minas del San Juan y del Telembí llegaron legiones de draguetas y retroexcavadoras provenientes del bajo Cauca y de Roldanillo. La ley consideraba baldías las tierras del Pacífico, así hubieran sido pobladas y trabajadas por negros cimarrones, negros libertos, negros libres, tres siglos atrás.

El conflicto quedó casado. Surgieron poderosas organizaciones que se opusieron a los intereses madereros y pelearon sus derechos ancestrales sobre tierras y aguas. Aunque en la Constituyente del 91 los afrodescendientes no tuvieron representación directa, por el artículo 55 transitorio se reconoció su existencia, sus derechos y sus organizaciones. Dos años después, el artículo fue reglamentado por la Ley 70, alma de la cual fueron la negra Piedad Córdoba, Francisco Rojas Birry, Eduardo Uribe, Manuel Rodríguez, Pastor Murillo, Zulia Mena, Carlos Rosero, Saturnino Moreno, Gabino Hernández y Myriam Jimeno, entre otros. En la historia de la ley Mónica Restrepo jugó un papel particular. Conocía a las comunidades, había vivido con ellas y llevó a la mesa de discusión el espíritu de identidad de los negros, su memoria y su honor.

Mientras tanto, la codicia blanca no daba respiro. Los grandes proyectos llamados de desarrollo hacían su entrada y con ellos la guerra. El Pacífico –desde la Serranía del Darién hasta el río Mataje–, que poca violencia había vivido, entró de lleno en el conflicto. Medellín, Pereira, Cali, Popayán requerían puertos –Tribugá, Málaga, Tumaco– y autopistas –a Nuquí, a Buenaventura, a Panamá–. Los aserríos del bajo Atrato y del bajo Patía no daban abasto; las firmas farmacéuticas exploraban, esculcaban, clasificaban el biopacífico; las tenebrosas empresas palmeras se apropiaban de la fertilidad del Jiguamiandó, del Curbaradó, del Mira; las multinacionales de la minería cateaban centímetro a centímetro toda la cordillera occidental, por un sol y por el otro; los narcotraficantes controlaban –y controlan– esteros y bocanas, y los cultivadores de hoja de coca, corridos de las selvas y los llanos del oriente, probaban suerte en el Baudó, en el Naya, en el Micay. Paramilitares, guerrillas y Fuerzas Armadas regulares entraron antes, entraron al tiempo y entraron después de la gigantesca invasión de capitales a pescar en río revuelto.

En el Congreso se debate hoy un nuevo intento de ordenamiento territorial. Una verdadera caja de pandora de donde puede salir un federalismo de nuevo cuño o una reorganización social y ambiental del país. Es urgente que sobre la base jurídica de los artículos séptimo y octavo de la Constitución y de la Ley 70 se impida que el Pacífico se convierta en una colonia de las regiones desarrolladas pasando por encima de la gente que lo ha conservado trabajando y sabe cómo vivir y gozar el ocio.

* * *

Murió Monseñor Jaime Prieto, uno de los pocos obispos que llevó hasta sus últimas consecuencias, como se dijo algún día, las reformas del Vaticano II y las tesis de la Teología de la Liberación. Fue condiscípulo de Camilo Torres en el Seminario y como obispo de Barranca se puso al lado del pueblo llano. La paz, que vendrá, lo echará de menos.

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Alfredo Molano Bravo



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¿Reforma agraria? | ELESPECTADOR.COM

¿Reforma agraria? | ELESPECTADOR.COM: "¿Reforma agraria?
Por: Alejandro Gaviria

LOS PROBLEMAS DEL CAMPO COlombiano son acuciantes. La economía rural está mal. La agricultura no ha podido despegar.

Creció a una tasa apenas superior a dos por ciento durante la última década. Más parece un vagón de tercera clase que una locomotora. Adicionalmente la pobreza rural es alarmante. Dos terceras partes de los residentes en zonas rurales son pobres. El ingreso promedio de un trabajador no llega a los 350 mil pesos mensuales. Muchos jóvenes campesinos prefieren el desempleo a un empleo mal pagado como jornaleros o trabajadores agrícolas. En general, el principal problema del campo no es la desocupación: es la pobreza o los malos empleos.

El debate sobre los problemas del campo ha vuelto a un primer plano. El nuevo gobierno ha abierto un espacio para la discusión y el análisis. Tal como sucedió hace 50 años, la necesidad de una reforma agraria, de una redistribución de la tierra, acapara buena parte de la atención de los analistas y la opinión pública. Hoy, como entonces, como en el histórico debate entre Carlos Lleras Restrepo y Lauchlin Currie, los méritos de una reforma agraria siguen siendo debatidos. Y debatibles.

En octubre de 1960, en Montería, en medio de los aplausos de miles de campesinos, Carlos Lleras Restrepo defendió con vehemencia los méritos de una ley agraria. “Creo ya estar un poco viejo, un poco maltrecho por los años y las dificultades, pero no resisto la tentación de volver en unos años a estas tierras de Córdoba, cuando se haya aplicado la ley agraria a ver si esta comarca se ha transformado y si puedo saludar al campesino a la puerta de un hogar propio, trabajando en una parcela propia, con dignidad y sin los problemas que le han sido comunes”. La reforma agraria, pensaba Lleras, solucionaría el estancamiento de la agricultura y el empobrecimiento rural, mediante la creación de una economía campesina dinámica, una locomotora hecha de miles de pequeñas unidades capaces de producir eficientemente y de unir fuerzas en cooperativas o asociaciones de productores.

En 1961, el economista norteamericano Lauchlin Currie presentó una visión alternativa, opuesta a la visión romántica, casi bucólica, de Lleras Restrepo y sus discípulos. Currie abogó por el aprovechamiento de las economías de escala en las zonas planas y la migración de campesinos a las ciudades en busca de empleos mejor remunerados en la industria y la construcción. Cincuenta años después, los empleos urbanos ya no están en la industria, sino en actividades menos productivas en los sectores de servicios y comercio. Currie no previó el agotamiento industrial. Pero su defensa del capitalismo agrícola, de una locomotora basada en explotaciones de una mayor escala y unos mayores niveles de mecanización sigue teniendo vigencia.

Probablemente una reforma agraria sea la única forma de acabar con algunos reductos semifeudales que aún existen en Colombia. Pero no va a resolver los problemas del campo y la agricultura. Existen otras prioridades: la restitución de tierras a los desplazados, la reorientación de las ayudas estatales hacia la provisión de bienes públicos (vías de comunicación, infraestructura de riego, capacitación técnica, etc.) y la promoción de actividades rurales no agrícolas. Cincuenta años después, no parece conveniente agotar todos los ímpetus reformistas en un nuevo intento de reforma agraria.

agaviria.blogspot.com

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Alejandro Gaviria



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Un dictador en la puerta - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Un dictador en la puerta - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Un dictador en la puerta

Francis Fukuyama visitó Bogotá la semana pasada en el marco de la celebración de las II Jornadas Tadeístas en Derecho y Relaciones Internacionales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Probablemente una de las reflexiones más útiles que nos propuso el Profesor, uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, es que la estabilidad de la democracia en América Latina no está garantizada.

Nos dejó claro también que ni las tendencias políticas de la región, ni la crisis económica global son tan responsables de esa inestabilidad democrática como la desigualdad, tanto en el ingreso como en el acceso a los bienes, un daño estructural profundo e histórico, que heredó y mantiene, desde la corona, un sistema fiscal y tributario que refuerza la pobreza estructural y que juega en conjunto con la baja calidad del gasto público. Antes que Chávez o las guerrillas escleróticas, es la desigualdad interna creciente el factor más importante que amenaza nuestra democracia.

Las agudas observaciones del profesor Fukuyama se enlazan con las conclusiones del último Informe Regional del PNUD sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, 'Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad' que identifica a América Latina como la región más desigual del mundo y advierte que la superposición entre las causas de la pobreza y la desigualdad obligan a pensar en políticas sociales que no solo busquen sacar a los pobres, en especial a las mujeres, de esa situación, sino en convertirlos desde el principio en agentes responsables de su propio desarrollo.

Michelle Bachelet describe este como un proceso de 'corresponsabilidad social', que debe ser liderado por los beneficiarios como ciudadanos empoderados, autónomos e influyentes en la calidad del proceso político y, en particular, en la manera como se destina el gasto público.

Colombia es un Estado en formación, que hasta hoy no ha conseguido integrar el Pacífico al centro del país y aún tiene la Orinoquia y la Amazonia por descubrir. Le falta mucho más todavía para consolidarse como Nación. Ni el Estado podrá fortalecerse, ni la nación consolidarse por fuera de las mínimas consideraciones de dignidad humana que se producen en el marco de una política social concertada, conscientemente dirigida a romper con las trampas que no nos dejan salir de la inequidad y la pobreza.

El informe del PNUD destaca la igualdad de género y la autonomía de las mujeres como un factor decisivo para alcanzar todos los objetivos del desarrollo. Superar la trampa, en la práctica, supone la promoción activa de millones de mujeres y niñas extremadamente pobres y vulnerables, la más alta proporción de las víctimas vivas del conflicto armado.

El riesgo no es tanto que la indigencia y la pobreza se conviertan en instrumento de una opción autoritaria que se haga elegir para destruir la democracia. El riesgo es que el crecimiento que se avecina, si no viene acompañado de una lucha determinada contra la inequidad, produzca un estado crónico de inestabilidad que nos estanque en una fórmula de democracia militarizada, imposibilitada para generar la suficiente confianza social que nos permita saltar al desarrollo.

La pregunta es si, de manera pacífica y por intermedio de las instituciones, en el marco de reformas agrarias y tributarias, estableciendo como canal un diálogo amplio y arbitrado por la justicia, Juan Manuel Santos es capaz de evitar un destino maldito y garantizar una verdadera transición, hacia una paz que traiga crecimiento, al tiempo que reduzca la inequidad y blinde al país del dictador que ronda nuestra puerta.
Natalia Springer

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