domingo, 23 de mayo de 2010

Un salto a la esperanza - Antanas Mockus Presidente

Un salto a la esperanza

Por Antanas Mockus el 22 de Mayo 2010 11:45 PM

Puedo convocar y liderar una transformación educativa y cultural que lleve a respetar la vida, los derechos ciudadanos y a cumplir la Constitución. Llevar a que cada par de colombianos se digan mutuamente "tu vida es sagrada". Donde nunca se mate por robar o por no dejarse robar.

Se trata de construir una Colombia donde se respeten la honra y los derechos de propiedad.
Nuestro plan de gobierno se basa en legalidad democrática y educación. Las leyes dirán: "Publíquese, explíquese, compréndase y cúmplase", creando la obligación de hacer pedagogía legal. El ciudadano será capaz de autorregularse y de regularse con otros. La Policía, fiscales y jueces serán una valiosísima tercera instancia.

Además de incentivos o sanciones, se impulsará el cambio de hábitos y normas sociales. Así comenzaremos a derrotar la cultura del atajo, esa inveterada capacidad colombiana de tener resultados a cualquier costo, violando la Constitución y sembrando odio o resentimiento.

Reorientaremos la recursividad del colombiano. La frase "colombiano no se vara" dejará de expresarse en el narcotráfico y la corrupción y se expresará en innovación. La creatividad al servicio del bien. Seremos el primer gobierno verde sobre el planeta. Tal vez no avancemos tan rápido, pero avanzaremos en la dirección correcta.
Podemos lograrlo sin salirnos de la cancha, sin violar el reglamento, respetando al rival. Contra el todo vale acostumbrado, escogeremos la sorprendente fuerza de la innovación colectiva.

La creatividad 100% legal, y no la avivatada, será el sello de la nueva Colombia. Seguiremos diciendo que nuestro país es pasión, pero entenderemos que ante todo es razón. Es lógico que al gobierno de la innovación se llegue vía innovación. En el último año ha convergido un equipo de trabajo calificado alrededor de cuatro ex alcaldes, con la creación y la movilización de ciudadanos comprometidos y decididos a participar: "Yo vine porque quise, a mí no me pagaron".

En el siglo XX, la democracia se transformó por la revolución pacífica de las mujeres y el movimiento norteamericano por los derechos civiles. Ahora viene la e-democracia. Un directorio político convencional es un dinosaurio frente a una red social. Se mueve enredado en la definición de las jerarquías. ¿Quién llama el día del voto? ¿Cuál es la voz que los ciudadanos escuchan? Es una red de votantes que ya nunca aceptarán votar empujados.

En estas elecciones, Colombia puede cambiar la forma como ha votado históricamente. El voto libre, de opinión, puede decidir el rumbo del país. La democratización del voto facilita la democracia deliberativa. En lugar de doctrinas dogmáticas, hay argumentos; en vez de partidos cazapuestos, tendremos meritocracia. Inclusive, con todo lo destructiva que es, es preferible una publicidad sucia, a que se atente contra la vida.

El clientelismo es una enfermedad, no un destino, y nos podemos curar. Mientras la maquinaria recomienda el menú del día, las redes sociales y las nuevas generaciones son muy sensibles. La democracia a la carta exige información, transparencia y rendición de cuentas. El Partido Verde pretende ser una oferta partidaria responsable y coherente de cara a una década en que la minería y el petróleo crecerán en Colombia. Serán claves el buen manejo de las regalías, su inversión en educación, infraestructura y en mitigación del impacto ambiental de proyectos mineros. Los partidos verdes están obligados, más que cualquier fuerza política, a mirar consecuencias de mediano y largo plazo.

La perspectiva ambiental no tiene ninguna viabilidad si la gente no adopta moral y culturalmente la ley. Nuestra opción por la legalidad democrática no sólo busca prosperidad. Busca sostenibilidad.

Reconozcamos lo mejor de cada uno y demos el salto a la esperanza. Ha comenzado la era de la innovación y, en esta era, la historia se escribirá con lápiz y no con sangre. Colombia ha redescubierto la fuerza de la cooperación. Conseguir iguales o mejores resultados limpiamente es posible.

www.antanasmockus.com

antanasmockus@partidoverde.org.co

De esas picardías, líbranos, Señor - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

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Cristian Valencia

De esas picardías, líbranos, Señor

Qué pasaría si Petro utiliza a un imitador de Uribe para decir cosas como: "Es el candidato que puede dar un vuelco significativo en la política nacional. Lo apoyo porque, salvada ya la continuidad de la seguridad democrática, el país debe pensar en una política social consistente, una política agraria justa, y en un plan de salud incluyente. Definitivamente lo apoyo". ¿Qué pasaría? Creo que esa propaganda radial duraría menos de un día al aire porque el Presidente se indignaría, la impugnaría y diría que es ilegal que usen una imitación suya para hacer proselitismo. Supongo que habría represalias legales, muy bien fundadas, que le podrían costar la candidatura a Gustavo Petro. ¿Qué pasaría si lo hiciera Mockus o Pardo? Lo mismo, con seguridad lo mismo.

Entonces, ¿por qué tanto silencio presidencial por esa imitación suya a favor de Santos? Pues porque es la verdad, sólo que como la ley le prohíbe intervenir en la campaña, se inventaron esa trampita, esa picardía. Como el Presidente no ha manifestado su inconformidad con esa imitación, tácitamente la acepta y acepta sus postulados. Ergo es una participación en política, y es un delito electoral. De esas picardías, de esas trampitas, líbranos Señor. Porque quienes diseñaron la trampita de hacer aparecer como guerrilleros a muchachos inocentes jugaron a lo mismo, con esa picardía se le dio a la opinión pública la sensación de que caían abatidos muchos guerrilleros en combate -que se ganaba la guerra-, cuando la verdad es que eran muchachos humildes, disfrazados a la fuerza de enemigos y asesinados a sangre fría.

Con esas picardías, esas trampas, se intentó desfalcar al Estado con la política de Agro Ingreso Seguro. La mecánica era la misma, el enunciado principal era el mismo: "Hagamos parecer como si...", luego podemos meter cualquier cosa: hagamos parecer a estos ricos como campesinos pobres para beneficiarlos con AIS; hagamos parecer como si las tierras de Carimagua fueran improductivas para no entregárselas a los desplazados; hagamos parecer como si las 29.000 hectáreas que restituirán a los desplazados del Chocó realmente se les darán a ellos, aunque las fueran a recibir testaferros de 'paras'; hagamos parecer como que hay un candidato apoyado por Chávez; hagamos parecer a tal periodista como auxiliador de la guerrilla; hagamos parecer como si no hubiera desplazamiento forzado sino un fenómeno migratorio local; 'chucemos' a toda la oposición y hagamos parecer como si... ¡Válgame Dios! "Hagamos parecer como si..." es un argumento macabro con el que se enreda a la opinión pública, es la política de se vale todo para conseguir lo que se quiere. Y la Casa de Nariño en eso ha sido hábil. Como ha sido una fábrica de picardías, me atrevo a rebautizarla como Casa Picardías.

Napoleón también tenía una fábrica de picardías. Enviaba boletines a París dando rimbombantes partes de victoria, mientras muchos de sus soldados yacían sobre la nieve ensangrentada y perdía batallas a granel. Mientras tanto, los parisinos festejaban a bocajarro las victorias; y se desmadraban soportados en un bienestar inexistente. París era una fiesta, pero mucho Mambrú murió en la guerra.

En pequeño, este país está hecho de esas picardías: me cuelo en la fila, evado impuestos, robo el erario público, contrabandeo y soborno y le pongo los cuernos a mi pareja y me hago rico a punta de picardías. Ojo con eso.

Un diccionario define la palabra picardía como: "Acción baja, ruindad, vileza. // Bellaquería o astucia en decir o hacer alguna cosa. // Travesura de muchachos. // Acción deshonesta o impúdica. // Junta o gavilla de pícaros". ¿Qué tipo de picardía es esa cuña que imita la voz del Presidente? Elección múltiple. Tienen un segundo para responder.

* * *

Para ver antes de votar: Retratos en un mar de mentiras, la superpremiada película de Carlos Gaviria sobre esta realidad. Llena de humor, pero sin picardías.

cristianvalencia@yahoo.com
Cristian Valencia

Pobres candidatos - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Pobres candidatos - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Pobres candidatos

Este fin de semana se cerró la campaña presidencial y siento, como ciudadana de a pie, que los candidatos me han quedado debiendo su posición sobre los grandes temas de país en materias como la economía y el modelo de desarrollo, la seguridad y la paz, y la reforma y depuración de la política.

La ligereza en el debate se mide fácilmente en la resistencia de los candidatos a hacer un balance crítico de la administración Uribe, su obstinación en dar continuidad a algunas de sus políticas más controversiales, la plaga de rumores y anécdotas que imposibilitaron el diálogo y su incomprensión del peso y la importancia de la política exterior.

En cuanto al modelo de desarrollo, además de la oferta de crear empleo, que es casi un mantra universal presente en cada campaña política en todos los rincones del planeta, no sabemos mucho sobre su visión de hacia dónde debe orientarse el crecimiento y a qué tipo de modelo económico le apuestan. Aunque el crecimiento económico del país ha sido sustantivo en los últimos dos periodos de gobierno, incluso por encima del promedio regional, lo cierto es que eso no se ha traducido ni en una reducción significativa de la pobreza, ni en un cierre importante de la brecha entre ricos y pobres.

Por el contrario, la creación de programas de subsidios, como Familias en Acción o Familias Guardabosques, no han sacado a esas familias de los ciclos de pauperización ni de la fosa social en la que se encuentran y, por el contrario, se han convertido en un poderoso estímulo contra la formalización del empleo y en un golpe mortal para el régimen subsidiado de salud. Hoy, el 46 por ciento de los colombianos vive en la pobreza y el 17 por ciento, en la indigencia. Esta aumentó 2,1 por ciento respecto a la medición del 2005. Eso significa que tenemos 28,4 millones de colombianos pobres o extremadamente pobres y sin perspectiva de futuro. La indigencia aumentó escandalosamente durante los dos periodos de la administración Uribe.

Casi la totalidad de las 760.000 familias desplazadas por la violencia en la última década cayeron en la indigencia y los 5,5 millones de hectáreas de las mejores tierras del país de las que fueron despojados no solo no les han sido devueltas, sino que están siendo legalizadas por otras vías. Eso convierte a Colombia en el país con el índice de concentración de la propiedad más alto de la región. A esto se suma el gravísimo problema de corrupción que padecemos y que ha continuado en aumento. Hoy ocupamos el puesto 75 (caímos 5 puestos respecto al año anterior) en el Índice de Transparencia Internacional.

Las instituciones no están preparadas para afrontar este colapso social. Tampoco podemos esperar mucho de un Congreso atravesado por intereses espurios, en un alto porcentaje representativo de las maquinarias que motivaron el conflicto armado y que, por eso mismo, sufrirá una insidiosa crisis de legitimidad en la medida en que la justicia avance con las investigaciones. Apuesto a que más de uno no alcanzará a posesionarse.

Los pobres siguen atrapados en una serie de ciclos que se han llamado "trampas", entre las que están el trabajo infantil, el analfabetismo, la desnutrición, las adolescentes gestantes, el pobre uso de la tierra, la criminalidad y la violencia, el desplazamiento forzado, las trampas ambientales, fiscales y geográficas, etc.

Colombia está habitada por una fracción de "invisibles" que no existen para el Estado y que ni siquiera tienen registro civil. Más allá del discurso, nuestra realidad es cruda: en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas Colombia ocupa el puesto 77. Venezuela ocupa el puesto 58.

desurasur@gmail.com
Natalia Springer

Sisbén: versión 3.0 - Columnas y Editoriales - Opinión - ELTIEMPO.COM

Sisbén: versión 3.0 - Columnas y Editoriales - Opinión - ELTIEMPO.COM

Sisbén: versión 3.0

La semana pasada, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) publicó los avances de la tercera versión del sistema de identificación de beneficiarios de programas sociales, conocido como Sisbén. Crucial para las políticas de bienestar del Estado desde 1994, en esta herramienta estadística están incluidos hoy unos 30,7 millones de colombianos como potenciales receptores de ayudas gubernamentales.

Sin embargo, la radiografía que presentó Planeación confirma las alarmas que están disparadas desde hace varios años sobre los fraudes contra el sistema y la necesidad de ajustar metodologías e indicadores. De acuerdo con cálculos de esa entidad, 20 millones de colombianos aproximadamente reciben actualmente beneficios a partir de su 'sisbenización'. De estos, las primeras depuraciones identifican a cerca de 7,7 millones de personas que gozan de condiciones superiores a las estipuladas. Uno de cada cuatro individuos dentro de los niveles 1 y 2 del Sisbén no clasifica como pobre ('colados'), mientras que el 20 por ciento de los colombianos que sí lo son no están inscritos en la base de datos ('excluidos'). En otras palabras, una abultada presencia de los dos tipos de errores en la focalización de políticas públicas: ni son todos los que están ni están todos los que son.

Cruces iniciales de información de entidades estatales reportan más de 215.000 ciudadanos en hogares que declaran renta, con afiliación al Sisbén. A esto se suman, en los tres lustros de historia del instrumento, diversos tipos de trampas, como la manipulación de información y puntajes, por alcaldes locales; el uso politiquero y clientelista de la encuesta; las mentiras de los entrevistados temerosos de perder los beneficios, y el incentivo perverso a la informalidad, especialmente frente a los planes de salud subsidiada, que lleva a las personas a rechazar vínculos laborales formales. En la actual campaña electoral se han presentado varias denuncias, aún por esclarecer, sobre tráfico de afiliaciones por votos y falsas amenazas sobre pérdidas de beneficios si no se apoya a uno u otro candidato. Entre colados y excluidos, fraudes y engaños, el sobrecosto para las finanzas públicas es incalculable. A fin de cuentas, unos 22 programas y 8 instituciones del gobierno central emplean el Sisbén para focalizar y entregar sus multimillonarios recursos, desde Familias en Acción, de la Presidencia, hasta los hogares infantiles del Bienestar Familiar, pasando por el régimen subsidiado de salud. Tanto así que el Sisbén, que no es más que un instrumento estadístico formado por índices, fichas y puntajes, se ha convertido en sinónimo de asistencia social para millones de colombianos pobres.

A pesar de estas fallas, el papel de esta encuesta en la política de lucha contra la pobreza no se puede desconocer. Tampoco, el esfuerzo de Planeación para adaptar la herramienta a las condiciones cambiantes de los hogares y las manipulaciones politiqueras. El Sisbén 3.0 incorpora interesantes novedades en su diseño, como los indicadores de vulnerabilidad y el énfasis en la calidad de vida, y cambios metodológicos que robustecen el modelo en términos de exclusión e inclusión. Asimismo, se requiere capacidad de evaluar con más certeza los efectos de los repentinos choques económicos en los hogares, que los hunden en la pobreza.

No obstante, el debate apenas comienza. Como cada programa social podrá definir sus propias líneas de corte, la actualización de los nuevos puntajes y la definición de criterios de entrada y salida implican un esfuerzo técnico de las entidades. Además, si no se maneja bien, la salida de más de 5,5 millones de actuales afiliados podría generar malestar social. Con estas adaptaciones, con seguridad, en el futuro, el Sisbén estará aún más presente que hoy en la política social del país y será menos vulnerable a la manipulación.