lunes, 5 de abril de 2010

¿Es posible cambiar la dinámica de la campaña? | ELESPECTADOR.COM

¿Es posible cambiar la dinámica de la campaña? | ELESPECTADOR.COM: "¿Es posible cambiar la dinámica de la campaña?

Por: Álvaro Forero Tascón

ES EVIDENTE QUE ÉSTA NO ES UNA campaña presidencial de ideas. Aún sin conocerse las propuestas de Juan Manuel Santos, ya encabeza las encuestas.

¿Qué clase de campaña es entonces? ¿De personas? Tampoco, los electores parecen más interesados en quién está detrás de los candidatos, que en los candidatos mismos.

Es una campaña de prejuicios, porque así la diseñó el presidente Uribe mediante el referendo para reducirla a un reality de búsqueda de su sucesor. Con ello el uribismo ganó la batalla electoral crítica: la de la definición, pues definió la campaña como una disyuntiva entre continuidad para avanzar versus cambio para retroceder —un oxímoron—. Cuando en una campaña un candidato o un partido impone el tema central para que se ajuste a su perfil, como en una licitación en que los pliegos se diseñan para favorecer a un participante, no solamente logra facilitar enormemente su labor, sino dificultar doblemente la de los opositores, porque éstos no solamente tendrán que competir contra el candidato sino también contra las expectativas de los votantes. Y obviamente es mucho más difícil cambiar la percepción de los ciudadanos sobre expectativas interiorizadas, que sobre la idoneidad de un candidato.

La campaña fue reducida a una caricatura que tergiversa la realidad, mediante un instrumento inconstitucional como el referendo reeleccionista, porque la disyuntiva entre continuidad para avanzar versus cambio para retroceder no representa una controversia de ideas sino un prejuicio desleal, pues ni la continuidad garantiza avances, en materia de empleo por ejemplo, ni el cambio implica retrocesos, por ejemplo en materia de corrupción política.

Siendo así, la gran pregunta hacia adelante es si es posible cambiar la dinámica actual de la campaña. Si es viable reemplazar el paradigma de sucesión —cuál es el candidato con el compromiso y la capacidad para mantener el curso del gobierno Uribe—, por uno de propuestas en que las de educación y empleo puedan competir con la de seguridad. Porque normalmente un cambio tan profundo no es factible en una campaña presidencial avanzada, sin la ayuda de acontecimientos extremos. Los intentos de Obama por sacar la campaña presidencial de la polarización para convertirla en un referendo sobre Bush, sólo fructificaron realmente cuando se desplomó el sector financiero mes y medio antes de las elecciones.

Si no fuera posible cambiar la dinámica de la campaña a menos de dos meses de elecciones, sería suicida apostarle exclusivamente a las propuestas. La clave para ser efectivo frente a Santos sería también competir efectivamente por los votos uribistas en el juego de quién es el mejor sucesor. Jugar dos juegos simultáneamente, uno con las cartas que repartió Uribe y otro con una nueva baraja de propuestas innovadoras, sin limitarse a cortejar sólo los sectores no uribistas porque esos votos no alcanzan para ganar. En ese caso la pregunta fundamental es: ¿cuál de los candidatos es el más apto para hacerlo? Quién puede devolverle con éxito el juego a Santos, ese que E. Schattschneider define como el elemento común a toda confrontación política: “Explotar las grietas en la oposición mientras se consolida el propio costado”.

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Álvaro Forero Tascón"