viernes, 7 de mayo de 2010

Juego limpio | ELESPECTADOR.COM

Juego limpio | ELESPECTADOR.COM: "Juego limpio

LAS CAMPAÑAS POLÍTICAS ESTÁN AL rojo vivo por la efervescencia y calor propios de un ambiente electoral caldeado...

LAS CAMPAÑAS POLÍTICAS ESTÁN AL rojo vivo por la efervescencia y calor propios de un ambiente electoral caldeado, a pocas semanas de la primera vuelta y con dos claros candidatos que acaparan las preferencias del electorado: uno de ellos que ha crecido de forma ininterrumpida en las últimas semanas y otro que hace un profundo revolcón en su equipo para enfrentar dicha situación. Justo ahora se viene hablando con insistencia, y preocupación, del peligro que entraña caer en el riesgoso e indeseable juego de las campañas sucias.

En política no es sencillo definir con claridad dónde se ubica la delgada línea roja entre lo que es lícito y aquello que entra en el terreno del juego sucio. Se podría decir, con razón, que hay cosas que son propias de una justa electoral, como el hecho de poner en evidencia ante la opinión publica los errores o malos manejos comprobados que los oponentes hayan cometido en el desempeño de sus cargos públicos. También lo es aprovechar ventajosamente los llamados 'papayazos', ante inconsistencias o metidas de lengua en las declaraciones públicas de los adversarios. Sin embargo, acudir a descalificaciones personales que no tienen ninguna relación con la actividad pública, o a acusaciones judiciales, sin soporte jurídico, es algo que tiene que evitarse a toda costa.

Hasta el momento se han presentado pocas situaciones en dicho terreno. Señalamientos malintencionados en contra de Juan Manuel Santos, menciones desafortunadas del presidente Álvaro Uribe y unas vallas ofensivas en Villavicencio en contra de Antanas Mockus, así como las acusaciones que en su momento se cruzaron Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias, no alcanzaron a empañar el desempeño del proceso electoral. Mockus ha pedido a sus seguidores no embestir a ninguno de sus contrincantes y Santos dijo que no atacará a su oponente de manera personal. Ambos se han manifestado contrarios a entrar en el terreno de las campañas sucias. Hasta aquí todo va bien.

Sin embargo se evidencian en el ambiente situaciones a las que hay que poner freno de inmediato. El legítimo sacudón que ha hecho el Partido de la U, con el cambio de gran parte de su equipo, apunta a responder con una nueva estrategia al efecto Mockus. Pero, entre los incorporados, hay un nombre que genera reacciones airadas: J.J. Rendón. Reacciones, y esto es lo más diciente, que no sólo provienen desde alguna de las orillas contrarias. Nacen de su propio equipo.

En el primer caso Rafael Pardo dijo que Rendón estuvo detrás del irresponsable señalamiento que le hiciera Santos, siendo ministro de Defensa, de tener vínculos con las Farc. De otro lado, Fabio Echeverri Correa, quien acompañó a Uribe en sus dos campañas presidenciales, también alertó sobre las no muy gratas credenciales del estratega venezolano al decir que es el “artífice de las grandes campañas sucias en Latinoamérica”. Y, como colofón, Nicolás Uribe hizo explícitas sus diferencias, tras acusar a Rendón de amenazarlo con crear un rumor suyo, propinándole así un golpe bajo por discrepancias en un tema administrativo interno. Santos defiende a J.J. Rendón a capa y espada, a pesar de que también tomaron distancia Alberto Velásquez, gerente general, y Juan Mesa. Urge aclarar ante la opinión pública estos señalamientos a la brevedad posible.

No está de más recordar, y los estrategas políticos bien lo saben, que el juego sucio puede terminar generando un efecto búmeran pues antes que estigmatizar terminan por victimizar a su destinatario y la opinión pública decide entonces apoyarlo de manera férrea. El fin perseguido, por más loable que sea, nunca puede justificar los medios empeñados para alcanzarlo. Sobre esta base de decencia es que se debe seguir actuando en lo que resta del proceso electoral para bien, no sólo de esta justa presidencial, sino del respeto que se merece el país.

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