lunes, 17 de enero de 2011

Nuevas reglas - Columnas y Editoriales de Colombia y el Mundo - ELTIEMPO.COM

Nuevas reglas - Columnas y Editoriales de Colombia y el Mundo - ELTIEMPO.COM:

"Supongamos que los principales estrategas políticos del mundo se volvieran a reunir en Bretton Woods (New Hampshire) para diseñar un nuevo orden económico global. Naturalmente, estarían preocupados por los problemas de hoy: crisis de la eurozona, recuperación global, regulación financiera, desequilibrios macroeconómicos internacionales y demás. Pero abordar estas cuestiones exigiría que los líderes reunidos se elevaran por encima de ellas y consideraran la solidez de los acuerdos económicos globales en general.

He aquí siete principios lógicos de gobernancia económica global sobre los que podrían llegar a un acuerdo.

1. Los mercados deben estar profundamente incorporados a los sistemas de gobernancia. La idea de que los mercados se autorregulan recibió un golpe mortal en la reciente crisis financiera y se la debería enterrar de una vez por todas. Los mercados requieren que otras instituciones sociales los respalden. Se basan en tribunales, marcos legales y reguladores para establecer e implementar reglas. Dependen de funciones estabilizadoras que ofrecen los bancos centrales y la política fiscal contracíclica. Necesitan el compromiso político que la tributación redistributiva, las redes de seguridad y el seguro social ayudan a generar. Y todo esto es válido también para los mercados globales.

2. Para el futuro previsible, la gobernancia democrática quizá se organice básicamente dentro de comunidades políticas nacionales. El estado nacional vive, si no del todo bien, y sigue siendo esencialmente la mejor alternativa. La búsqueda de gobernancia global es algo absurdo. Es improbable que los gobiernos nacionales cedan un control significativo a instituciones trasnacionales, y las reglas armonizadoras no beneficiarían a sociedades con necesidades y preferencias diversas. La Unión Europea puede ser la única excepción para este axioma.

3. Prosperidad pluralista. Reconocer que la infraestructura institucional de la economía global debe construirse a nivel nacional libera a los países para desarrollar las instituciones que más les convienen.

4. Los países tienen derecho a proteger sus propias regulaciones e instituciones. El reconocimiento de la diversidad institucional no tendría sentido si los países no tuvieran los instrumentos a su disposición para forjar y mantener a sus instituciones.

5. Los países no tienen derecho a imponerles sus instituciones a los demás. Utilizar restricciones al comercio o a las finanzas transfronterizos para defender valores y regulaciones en casa es muy diferente de usarlas para imponer esos valores y regulaciones a otros países. Los países tienen derecho a la diferencia, no a una convergencia impuesta.

6. Los acuerdos económicos internacionales deben establecer reglas para administrar la interacción entre instituciones nacionales. Basarse en los Estados nacionales para que proporcionen las funciones de gobernancia esenciales de la economía mundial no implica que se deba abandonar las reglas internacionales. Lo que necesitamos son reglas de tráfico para la economía global que ayuden a los vehículos de diferente tamaño, forma y velocidad a navegar uno junto al otro, en lugar de imponer un auto idéntico o un límite de velocidad uniforme.

7. Los países no democráticos no pueden contar con los mismos derechos y privilegios en el orden económico internacional que las democracias. Lo que les da atractivo y legitimidad a los principios previos es que se basan en una deliberación democrática. Cuando los Estados no son democráticos, este andamiaje colapsa. De modo que las no democracias deben actuar con reglas diferentes, menos permisivas.

Estos son los principios que los arquitectos del próximo orden económico global deben aceptar. Más aún, deben comprender la máxima paradoja que cada uno de estos principios resalta: la globalización funciona mejor cuando no se la empuja demasiado lejos.

CAMBRIDGE.
Dani Rodrik
Profesor de Economía Política en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
Copyright: Project Syndicate

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