domingo, 22 de agosto de 2010

Adelante con la reforma a las regalías - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Adelante con la reforma a las regalías - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM: "Adelante con la reforma a las regalías

Cuando en campaña el equipo del actual Presidente propuso una reforma del sistema de regalías, imaginé que, cuando tal iniciativa se presentara formalmente, los actuales beneficiarios de tales giros, es decir, los departamentos y municipios productores de recursos minero-energéticos, con discreción agacharían la cabeza, y en silencio permitirían que la sociedad colombiana examinara el uso de esos dineros y les diera un nuevo destino.

Imaginé tal cosa, pues supuse que tenían algo de decoro, y que en algún grado sentían vergüenza por el modo como hasta ahora se han ejecutado las regalías. Hoy, tras casi treinta años de haberse iniciado en Colombia los más grandes proyectos de explotación en petróleo y carbón; hoy, cuando El Cerrejón, Caño Limón y Cusiana no son novedades sino ya elementos de nuestra historia, produce la mayor tristeza constatar que los departamentos y municipios que han recibido multimillonarias regalías siguen, en su gran mayoría, agobiados por la pobreza, y en algunos casos incluso sufren la carencia de elementos indispensables para una vida decente como el agua potable.

No vale la pena repetir los más sonoros casos de exuberante despilfarro: ellos han sido ya denunciados por los medios. Baste con decir que, según informe publicado en EL TIEMPO (15 de agosto), hay un expediente con más de 24.000 irregularidades detectadas en el manejo de estos recursos. Se han conocido casos de corrupción, de desvío hacia grupos armados ilegales, de derroche, y de inversión en proyectos inútiles y extravagantes. El periodista Mauricio Gómez, en su excelente serie sobre las regiones de Colombia en CM&, mostró el caso de la construcción inconclusa de un hospital en Arauca, cuyos ascensores no tendrían espacio para transportar camillas. Abandonada, la construcción yace en ruinas.

Por todo lo anterior, me llevé una gran sorpresa al constatar la actitud combativa, llena de indignación, que han mostrado los beneficiarios de regalías ante el simple anuncio de la reforma. Como si su ejecución de los recursos fuera ejemplar, y como si sus departamentos y municipios fuesen hoy arquetipos de desarrollo humano, una cierta asociación de municipios petroleros (Ampet) advirtió que no permitirá 'un raponazo a las zonas productoras' ('Portafolio', 17 de agosto). La senadora del Meta Maritza Martínez dijo que la reforma no debe implicar 'despojo para los productores'.

Despojo es lo que han sufrido los habitantes de esos municipios y departamentos, esas personas cuyas necesidades siguen insatisfechas, cuya infraestructura es deficiente, y cuyos colegios son ruinosos. 'Raponazo' es lo que han sufrido esas regiones, opulentas en riqueza del subsuelo, pero incapaces en muchos casos de proporcionar a su población agua potable.

No cabe duda sobre la necesidad de esta reforma. Pero sea ella también la ocasión para aprender. Esa 'maldición de los recursos' que han experimentado las zonas productoras debe ser vista como un anuncio, aun cuando en exceso dramático, de lo que podría suceder a nivel nacional con el inminente aumento de los ingresos por minería y petróleo.

Hay allí también una moraleja sobre la descentralización: sobre cómo ese concepto debe asumirse de manera analítica, y no como aquel intocable dogma que muchos abanderaron en los años recientes, sin duda como reacción al extremo y fatal centralismo anterior. Examinada, caso por caso, la descentralización ha de considerarse por sus méritos y por la capacidad de los entes territoriales para asumirla con decencia y con eficacia.

Y quedaría por hacer una advertencia: es bienvenida la reforma de las regalías, siempre y cuando no se busque con ella aliviar el problema fiscal del Gobierno central. Tal cosa no sería más que una suerte de hipnosis, en medio de la cual omitiríamos la urgente tarea de equilibrar el ingreso público y de racionalizar el gasto.

La advertencia es válida por cuanto la tentación será grande: un déficit proyectado de 4,4 por ciento para 2010, creciente presión en pensiones, desplazamiento forzado, y salud; en fin, un panorama frente al cual resultaría tentador echar mano a la renta del subsuelo.

* Investigador del Instituto de Ciencia Política
Andrés Mejía Vergnaud*

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