martes, 8 de junio de 2010

Hoy, ¿de qué escribe uno? | ELESPECTADOR.COM

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Hoy, ¿de qué escribe uno?

Por: Jaime Arocha

¿DE QUE LA GENTE NEGRA, AFROCOlombiana, palenquera y raizal quizás tenga que olvidarse de las utopías con las cuales la Constitución de 1991 les permitió soñar? Los resultados del 5-30 nos notifican que la autonomía territorial, ambiental, política, educativa y cultural que esa mutación esperanzadora implicaba para los afrodescendientes puede ser reemplazada por los “viejos en acción”, entre otras personas, cuyas conciencias costaron “un guarito y un tamal”, y quienes llegaron a la U, no porque quisieron, sino porque les pagaron con dineros públicos. Quisimos negarnos a creer que la mendicidad institucionalizada mediante Familias en Acción garantizaba la perpetuación del voto a favor del horror. Sin embargo, estamos constatando que hubo una mayoría para la cual es válida la erosión definitiva de los sistemas ancestrales de producción y la poca seguridad alimentaria que aún dejan palmas aceiteras y minas de oro. El destierro de ese otro 50% de las comunidades negras que quedan en el litoral Pacífico se disimulará poniendo currulaos, jugas, chirimías y marimbas en fastuosos escenarios culturales, de esos que arrancan lágrimas de amor por la patria, en especial cuando el espectador está en Nueva York o en París.

En marzo de este año, la Directiva Presidencial Nº 1 dispuso que “si bien es cierto que la [la…] Consulta Previa en los casos previstos en los acuerdos internacionales es obligatoria, los Grupos Étnicos Nacionales, en ejercicio de este derecho fundamental, no pueden vetar el desarrollo de proyectos”. En otras palabras, pueden decir no a la carretera que destruya sus patrimonios ambientales, pero el gobierno la hará de todos modos. De mantenerse esta tendencia electoral, no habrá reversazos de semejante aberración política.

Hace siete días, Semana presentaba el drama de la restitución de los territorios de Curvaradó y Jiguamiandó a los consejos comunitarios que recibieron los títulos colectivos originales. Como si la Corte Constitucional jamás hubiera emitido el Auto 005 de 2009, por el reiterado incumplimiento del Gobierno con respecto a la reparación de los afrocolombianos afectados por masacres y destierros, el presidente Uribe dijo que la “[…] comunidad [negra] ha visto que su defensor es el Gobierno […frente a] nuevos conquistadores, así se hagan llamar ONG […]”. Ante semejante cinismo y complicidad con los victimarios, uno sí se siente frustrado de que una cuarta parte de los electores haya claudicado en la consigna de “No roba, no miente, Antanas Presidente”.

No obstante el terror que inspira este porvenir, más tarde, cuando el Candidato Verde habló, resurgió esa esperanza que, por improbable, merece añorarse. Nunca dijo “yo haré”, sino que nosotros como ciudadanos defendamos ese 40% del territorio nacional que la Constitución del 91 sacó del mercado para salvaguardar la diversidad de culturas y formas de vida. Que todos nos involucremos en proyectos colectivos de “más cultura, más verde, más agua”, o de “menos corrupción, más educación”. La de los Verdes es la única propuesta que invita al deber conjunto. De ahí que atemorice a muchos, pero que rete a los añorantes por un país convocado por la sacralidad de la vida.



* Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional

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Jaime Arocha