domingo, 10 de enero de 2010

La parapolítica desde Yale y Harvard. Por: Armando Montenegro

Ejemplo Nº 10.
Fuente: El Espectador.com
Fecha: 12 de Diciembre de 2009.
Título: La parapolítica desde Yale y Harvard.
Columnista: Armando Montenegro.

LA COMPLEJA RELACIÓN ENTRE LOS grupos armados irregulares y las actividades de varios políticos desafía las teorías que sostienen que la modernización necesariamente trae consigo el monopolio estatal sobre la violencia.

En algunos países se observa, por el contrario, una estrecha relación entre el Estado y ciertos grupos paramilitares que sostienen ideas y proyectos afines a los de sus gobernantes.

Los destacados economistas Daron Acemoglu, James A. Robinson y Rafael Santos acaban de publicar un modelo teórico en el cual un Estado mantiene un “equilibrio” estable con grupos paramilitares que controlan amplias zonas de su territorio (www.nber.org/papers/w15578). La clave de su modelo es la capacidad de los paramilitares de influir en las votaciones con el objeto de garantizar la elección de políticos del Legislativo y del Ejecutivo que sostienen ideas y programas que les son favorables. Se establece, según estos investigadores, una relación “simbiótica”, de doble vía, entre el Estado y los paramilitares, mediante la cual ambos se prestan servicios y favores mutuos.

Las predicciones teóricas de estos investigadores fueron sometidas a sofisticados análisis empíricos, de acuerdo con modelos econométricos alimentados por estadísticas políticas, sociales y económicas de la vida colombiana. Algunos de los resultados se describen a continuación.

(i) Los estudios econométricos de Acemoglu, Robinson y Santos confirman el hecho de que los paramilitares influyeron decisivamente en las elecciones parlamentarias de 2002 y 2006, y que esos grupos armados apoyaron, mediante su influencia, nuevos partidos políticos y enviaron al Congreso a un número significativo de sus amigos.

(ii) Las regresiones econométricas muestran que la votación por el presidente Uribe en las elecciones de 2002 y 2006 en las áreas de influencia paramilitar fue significativamente superior a la que recibió el presidente Pastrana en 1998. A partir de estos resultados, los autores, con cautela, no concluyen que haya existido una relación directa entre el presidente Uribe y los paramilitares (“nuestros resultados no sugieren la presencia de una coalición formal entre los grupos paramilitares y el presidente Uribe”). Especulan que su apoyo pudo originarse en la simpatía paramilitar con algunas ideas del Presidente en temas como el de la necesidad de derrotar a las Farc.

(iii) Otros modelos econométricos muestran una relación significativa entre los políticos elegidos por la influencia paramilitar y los votos que ellos emitieron por los más controvertidos artículos de la llamada Ley de Justicia y Paz, presentada y defendida por el Gobierno, que eran especialmente favorables para los líderes paramilitares.

(iv) Otros ejercicios estadísticos muestran que existe también una estrecha relación entre los arrestos de congresistas y los porcentajes de votos que ellos recibieron en los municipios con fuerte control paramilitar.

La mirada imparcial de estos destacados investigadores del exterior al fenómeno de la parapolítica, que en buena parte confirma los resultados de varias investigaciones de periodistas y de otros científicos sociales colombianos, debería ser de obligado estudio en las universidades, las cortes de justicia, los centros de investigación y de todas las personas interesadas en la vida del país.

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