sábado, 14 de agosto de 2010

Ecos de la posesión del presidente Santos - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM

Ecos de la posesión del presidente Santos - Artículos de Opinión - Columnistas - ELTIEMPO.COM:

"Ecos de la posesión del presidente Santos

Cuando el presidente Santos inició la lectura de su discurso de posesión, el ex presidente Uribe conversaba con el presidente del Congreso. Vino a saberse después que a Uribe no le gustó que Armando Benedetti hubiera descrito en su intervención, de manera descarnada, la situación de desigualdad y pobreza de los colombianos.

El problema de la pobreza es muy grave en Colombia. Por eso, está bien que ocupe el primer lugar en la agenda pública. En el informe de seguimiento de los logros de las metas del Milenio, publicado por el Gobierno Nacional y las Naciones Unidas en marzo de este año, se afirma que, si bien la pobreza a nivel nacional disminuyó entre el 2002 y el 2008 para ubicarse en el 46 por ciento de la población, el número de colombianos en situación de pobreza extrema permaneció inalterado y se elevó al 17 por ciento en el 2008. El mismo documento señala que 'las diferencias entre la zona urbana y la rural no sólo se mantienen a lo largo del tiempo, sino que además se vienen acentuando'. Más grave aún: en tres departamentos -Chocó, Cauca y La Guajira- hubo retrocesos en el período considerado, con un incremento especialmente preocupante en Chocó.

Carlos Eduardo Vélez, un gran investigador colombiano que reside en el exterior, muestra, con base en el Índice de Oportunidades Humanas -que tiene en cuenta factores como la nutrición y el logro escolar-, que, para el promedio nacional la situación de pobreza ha mejorado, pero que las brechas regional y entre zonas urbanas y rurales siguen siendo inmensas. Que, por ejemplo, los niños de las regiones Caribe y Pacífico corren un alto riesgo de desnutrición por el elevado grado de inseguridad alimentaria al cual están sometidos.

A su vez, en el discurso de instalación del Congreso el pasado 20 de julio, el presidente Uribe hizo uso de un índice que está de moda en el mundo: el de la pobreza multidimensional, construido por investigadores de la Universidad de Oxford. Un complemento y no un sustituto del índice basado en el ingreso diario. En Colombia, ese indicador sería de 9,2 por ciento, según el Departamento Nacional de Planeación. Sin embargo, se trata de una medida de la pobreza aguda, que deja por fuera a una proporción importante de pobres; más del 30 por ciento de la población al cual no le alcanza el ingreso para cubrir sus necesidades mínimas. Uribe y Benedetti utilizaron, entonces, criterios distintos para referirse el mismo problema.
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El presidente Santos afirmó categóricamente en su discurso que no les fallaría a los pobres. Para cumplir este propósito, el plan de desarrollo para los próximos cuatro años debería tener como objetivo central la lucha contra la pobreza. Alcanzarlo requeriría un ritmo alto de crecimiento económico, generar empleo, mantener baja la inflación, evitar situaciones de desajuste fiscal y una intervención del Estado focalizada, intensa y eficiente a través de los programas de educación, salud, seguridad alimentaria y nutrición, con especial énfasis en aquellas regiones en las cuales la pobreza es más aguda.

El crecimiento económico es una condición necesaria, pero no suficiente, para disminuir la pobreza. Y en países en los cuales la desigualdad es muy grande, como sucede en Colombia, el crecimiento debe ser muy elevado para que se logre reducirla efectivamente. Así lo han mostrado, también, investigadores internacionales de primera línea. No sorprende, por tanto, que el incremento de la actividad económica de mediados de la primera década de este siglo no hubiera tenido un impacto significativo sobre la pobreza en Colombia.

Ojalá las políticas que formule y ejecute el nuevo gobierno apunten, una a una, hacia la reducción de la pobreza. No solamente la de gasto social, sino la macroeconómica y la sectorial, en particular la agrícola. Hay que aprovechar la frescura del gobierno y de sus distintos equipos para lograrlo. Estamos frente a una oportunidad que no puede desperdiciarse para encaminarnos hacia una sociedad justa.

Carlos Caballero Argáez

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