sábado, 14 de agosto de 2010

Prudencia y trueque - LAREPUBLICA.COM.CO

Prudencia y trueque - LAREPUBLICA.COM.CO:

José Felix Lafaurie

"¿Qué viene después de formalizadas las vías para el comercio con Venezuela? La sabiduría de los mayores señala, que en río revuelto, ganancia de pescadores.

Muy seguramente un muy acucioso sector comercial corra a transar lo que se les ponga por delante a la sombra de una economía muy necesitada, sobretodo de alimentos. ¿Eso es lo que le sirve a Colombia? Indudablemente que no. Nuestra economía ganadera registra dolorosamente las distorsiones que creó, en el pasado quinquenio, la fiebre de exportaciones de ganado, principalmente la de animales vivos. ¿Nos hacemos los difíciles, entonces? Aunque lo quisiéramos, el mercado es muy veleidoso. Corresponde a una política de Estado direccionar hacia dónde quiere llevar un determinado sector productivo, más ahora cuando se requiere de una prometedora locomotora para el desarrollo rural.

En el pasado reciente, muchos ganaderos se mostraron inconformes con algunas medidas del gobierno relacionadas con el control a las exportaciones de ganado en pie. Argumentaban que se les iba a dañar ese 'cuarto de hora', a la cual no nos cansábamos de señalar que nos estábamos comiendo el hato y lo que era peor, acelerando el sacrificio de hembras.

Pues bien, hoy el país ganadero requiere de mucha prudencia frente a ese apetitoso mercado que se nos abre, pero que en el fondo es el queso de una trampa para el ratón. No es difícil advertir que una economía como la de Venezuela, cuya población en la última década ha aumentado en 17 por ciento, demanda no sólo carne sino muchos otros alimentos. Son bienes de primera necesidad que no dispone y cuya ausencia ha disparado la inflación a niveles cercanos al 30 por ciento (diez veces más que la de Colombia) y que registra un PIB negativo. Se estima que Venezuela deberá importar, en los próximos cuatro años, un millón de cabezas de bovino. Este cálculo se basa en el decrecimiento de su hato ganadero, que se sitúa en 12 millones de cabezas. Dicho comportamiento productivo hace que la relación hato/población observada entre 2006 y 2009 se haya reducido a un nivel promedio de 0,45 animales por habitante.

La otra cara de la moneda es aún más compleja. Desde hace más de dos años muchos empresarios colombianos vienen reclamando de sus homólogos en Venezuela, el pago de una deuda de cerca de 800 millones de dólares y de la cual se estima que 25 por ciento corresponde a negocios ganaderos. Por lo pronto debemos recordar que Brasil -que no ha tenido una tortuosa relación con Venezuela- todavía hace cola para que le paguen a sus empresarios, y ni que decir de las empresas nacionalizadas que les reconocieron alguna plata que aún les adeudan, para no mencionar a las expropiadas.

La prudencia aconseja entonces, como un primer paso, reactivar las medidas de control a las exportaciones de ganado en pie. Esto es fundamental de una política agropecuaria que propenda por un sector ganadero competitivo, rentable y sostenible. No puede ser una medida aislada de las recomendaciones que hagan las comisiones que resultaron del pasado encuentro de los dos Presidentes. Se debe buscar un esquema que le sirva a la ganadería colombiana, al mercado venezolano y que nos permita seguir creciendo internamente sin erosionar nuestro hato, ni con los sobresaltos que tuvimos el segundo semestre del año pasado, cuando se cortó abruptamente el comercio con Venezuela.

Un segundo paso, es que Colombia debe continuar comercializando bienes con valor agregado. En este caso específico, avanzar de la carne en canal a la carne deshuesada refrigerada. Pero aún así seguiría el problema del pago. En alguna oportunidad propuse que para situaciones como ésta, un mecanismo práctico es el trueque. Cambiar carne por petróleo u otro bien. Por esa vía podemos reactivar y dinamizar ambas economías.

Un tercer elemento, es blindar dichas relaciones de los estados de ánimo. Lo que se promete se debe cumplir.

Eso de 'cerrar la frontera, cortar el comercio y mandar tropas a la frontera', fue una amenaza que durante mucho tiempo la vimos como una pataleta, pero que al final se cumplió con graves daños para nuestra economía. Junto con la industria automotriz, sí que sabemos de eso.

Todo ello sin mencionar la grave crisis en que quedó sumida nuestra ganadería. A partir de 2006 los niveles de sacrificio aumentaron y a la par lo hizo el precio del ganado que, de manera distorsionada, estimuló el sacrificio indiscriminado de hembras, que es el activo productivo vital para el mantenimiento de hato, y al tiempo se registró una distorsión en los precios internos de la carne que, por su incremento, afectó el consumo de los colombianos. Se pasó entonces a una disminución del consumo per cápita de carne en Colombia que hoy es de 17,5 kgs/año.

Esperamos que las comisiones arrojen sus mejores resultados para que el intercambio comercial fluya y la seguridad en la frontera no vuelva a ser un argumento que afecte las decisiones que los hombres de negocios le imprimen.

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